miércoles, mayo 16, 2007

Moleskine. O las libretas de bolsillo que acompañan el imaginario de nuestro tiempo.

Las Moleskine son las famosas libretas de notas con carpeta negra que utilizaban los artistas e intelectuales europeos de los dos últimos siglos: de Van Gogh a Picasso, de Ernest Hemingway a Bruce Chatwin. Por su formato de bolsillo, las Moleskine fueron las libretas clásicas de los bocetos, apuntes, historias, versos sueltos, y sugerencias mucho antes de que las piezas llegaran a convertirse en imágenes famosas o en páginas de libros. Producida originalmente en pequeñas fabricas manufactureras francesas que abastecían a las papelerías parisinas frecuentadas por las vanguardias internacionales, la Moleskine se convirtió en algo imposible de encontrar a finales del siglo pasado. Según La historia de una libreta legendaria (contenida en el folleto que se introduce en las libretas) en 1986 desapareció su último fabricante; una empresa familiar de Tours: La papelería de la Rue de l’Ancienne Comédie. En 1998, gracias a la complicidad de una pequeña editorial milanesa, las Moleskine volvieron a existir. Por ende, la mítica libreta negra volvió otra vez a pasar de un bolsillo a otro para acompañar el imaginario de nuestro tiempo.

En Puerto Rico, durante la década de los noventa el abastecimiento de las Moleskine fue limitado. Las más fáciles de encontrar fueron las libretas de 5 x 8 ¼ ”. Pero las Moleskine originales, de tamaño bolsillo, 3 ½ x 5 ½” parecieron haber estado al borde de la extinción. Lo sé porque mi padre, que no es poeta, ni artista plástico, ni tiene libros, ni obras famosas, ni nada, era fanático de las libretitas por alguna razón que nunca dijo. Lo que sí recuerdo es verlo trazando líneas rectas en las libretas de bolsillo como intentando calibrar el pulso. Pasaba horas enteras, hasta la hora de dormir, jugando a hacer líneas perfectas. A veces pienso, que sería un gran detalle encontrar aquellas Moleskine llenas de ensayos lineales sin contestación aparente. A veces pienso, que tenerlas sería, tal vez, otra forma de tenerlo.

El hecho es que hace dos semanas, conseguí sin querer queriendo una triada de esas últimas. No sé exactamente cómo, pero buscando una libreta de bocetos, me aventuré a meter la mano detrás de la tablilla y las encontré. Un poco polvorientas claro, pero encontré tres Moleskine originales de bolsillo.

Hace un año atrás yo no era un tipo de escribir en libretas. Tenía computadora y el ejercicio se me hacía más natural encorvando la espalda frente al monitor. A fin de cuentas, a los de mi generación la tecnología se nos tendió como una invitación silente. No decidimos nunca aprender a hacer click, ni a mover el ratón, ni a hacer shut down, ni decidir la imagen en pixeles. Las figuras geométricas la aprendimos en una computadora arcaica con sonidos parecido a los de Gálaga, el juego retro de consola que a veces acompaña a Pacman en las esquinas de las barras. En ella, las operaciones básicas de matemática, pequeñas pruebas cortas de gramática, acentuación, preposiciones. Luego el Wordpad y los primeros trazos en Paint. Después el Internet. Con los años todo fue renovándose y fue a nosotros a los que nos hicieron la actualización. El Wordpad por el Word, el Paint por el Painter, después el Photoshop. Y así sucesivamente. Estas son las herramientas, si ustedes sabían trabajar con lo anterior, ¿Por qué no pueden trabajar con esto?

Lo primero que escribí fueron obras de teatro. Malísimas por cierto. Una que otra la montó Miss Ortiz para incluirla en el programa de las noches navideñas de la escuela. Después una computadora nueva y mis primeros intentos. Nunca en libretas, nunca a puño y letra. Pero hace casi un año aprendí a ver las libretas como una opción posible. Se lo debo a la Nicole. El semestre antes había visto los procesos de encuadernación de libros y libretas en una clase de grabado xilográfico con Martín García en los talleres de mi facultad. Luego los libros de artistas en la Casa del libro de la Calle del Cristo en Viejo San Juan. Luego Frasconi, las viejas libretitas de la Nico, el cocido chino, las libretas que empecé por obsesión con Melissa. Entonces me decidí por la grafía natural, a reinventar el gesto contenido en la computadora, a lo primitivo del impulso, a dividir la mecánica de mis trabajos en el blog y la plástica de mi trabajo en las libretas.

Tendido Negro ha funcionado como una bitácora experimental, como un espacio texto-fotográfico que evoluciona poco a poco. Tener tres Moleskine de bolsillo, vacías, conmigo, implica la propuesta de un proyecto nuevo in situ, grafía, plástica y pulso en un mismo formato. Este post, a fin de cuentas, es una invitación a un proyecto experimental con la triada de Moleskine. Siguiendo aquella línea, las libretas de bolsillo que acompañan el imaginario de nuestro tiempo, propongo una intervención colectiva, casi a modo de cadáver exquisito, de todo aquel que quiera tener las Moleskine (una a una) por un rato, intervenirlas, y pasarlas a otro con las mismas intenciones.

Ayer, preguntando por ahí, conseguí un abasto de libretas Moleskine de bolsillo que podría llevar esta idea a otro nivel. Por lo pronto, los invito a empezar con las primeras tres. Si traspasamos la frontera de las tres primeras, y seguimos con el proyecto, tal vez se pueda hacer un junte, o una exposición, o una lectura con exposición para el disfrute de las intervenciones.

Las únicas dos reglas para intervenir, son: 1) dejar su nombre, el día y el lugar en donde la recibió. 2) Tener claro que este es un trabajo en cadena, que nadie debe ni puede apropiarse de las libretas, sino que en cambio, deben soltarlas y entregárselas a otras personas que crean en lo mismo. Las libretas, finalmente, llegarán a mí. Pero no llegarán a modo de pertenencia, sino con la intención de documentarlas, escanearlas y postearlas en el blog, por aquello de la imagen y la accesibilidad de los contenidos. En el momento en que las tenga todas, entonces se decidirá el encuentro, la exposición, la exposición con lectura o alguna otra propuesta.

Este proyecto empieza aquí. Para intervenir la libreta, déjame un comment o envia un e-mail a: vagabundo_xpr@hotmail.com. Las Moleskine tienen 192 páginas y miden 3 ½ x 5 ½ pulgadas (9 x 14cm). A la hora de la intervención son válidos todos los medios, siempre y cuando se cuide y se respete el trabajo construido. El primer trazo, privilegio, lo hago yo.

7 comentarios:

Chiko Lopez dijo...

Esas Moleskine estan por montones en Borders. La primera vez que use una, quede locas con ellas. Me compre la original de bolsillo, y esta se convirtio en mi companera hasta que me he seguido comprando por que es el size perfecto.

Xavier Valcárcel dijo...

ayer las vi ahí. no habían por montones pero habían. por eso digo. si lo de la triada funciona, podemos seguir con las intervenciones a otro nivel. gracias por la visita.

Iva dijo...

yo tengo unas moleskin delgaditas que llevo conmigo siempre. me encantan las libretas. tengo todas las que he escrito desde mi adolescencia. saludos.

Clavel Rangel dijo...

Me ha pasado algo asombroso, justo ahora. Debo reconocer que no sé nada de Moleskine, absolutamente nada. Comencé a leer tu post, y tu descripción se me asemejó a la pequeña libretica negra con liga que me regalaron hace dos días, que comienzo a adorar - por cierto -. Justo ahora la tomo, veo su inscripción y dice "Moleskine".

Ahora sí, son fantásticas... mágicas.

Christian Ibarra dijo...

yo sigo prefiriendo los papeles en el bolsillo, aunke una moleskine no viene mal.

Astrid J. Lugo dijo...

Yo quiero intervenir. Sabes cómo encontrarme. AJL

Anónimo dijo...

hum... Pues yo quiero intervenir... tambien... dale me avisas

Jorge