jueves, mayo 31, 2007

Dirección General de la Feria del Libro - República Dominicana

Por Ibeth Guzmán / Ferilibro Press.

La Fil ha premiado escritores jóvenes. El barco trajo muchas cosas con la nueva edición de la Feria. Una de ellas fue los galardonados del Premio Internacional de Literatura Joven Feria del Libro, en los géneros de poesía y cuento: Romina Bayo y Reynold Enmanuel Andújar, respectivamente. ¿Que significación tienen estos premios en la carrera de estos jóvenes escritores? ¿Qué expectativas tienen con el premio? Ellos a responden a Ferilibro Press sobre estas y otras interrogantes.

Romina Bayo: "Las letras para mí no son un hobbie sino una opción de vida".

Entrevista con la ganadora del Premio Internacional de Poesía Joven Feria del Libro

La poeta argentina, residente en República Dominicana, Romina Bayo, fue premiada en la última versión del Premio Internacional de Poesía Joven Feria del Libro, por su poemario “Nos dolerá la noche”. El jurado, integrado por Rafael Hilario Medina, Marivell Contreras y Basilio Belliard, lo eligieron tras haber “considerado que la obra cumple con lo establecido en las bases, presenta el contenido de un libro de poesía y que su autor además de hacer un buen uso del idioma, mantiene un nivel de coherencia y calidad”. “Nos dolerá la noche” será publicado en 2008, por Ediciones Ferilibro, órgano oficial de la Dirección General de la Feria del Libro, para la XI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2007.

¿Qué significó para ti ser galardonada con el Premio Joven?

Creo que todo premio es un incentivo a la labor creativa, un impulso a seguir trabajando. El que los miembros del jurado hayan distinguido mi obra es un honor, en especial conociendo la calidad de las obras elegidas en años anteriores, lo que le ha dado a este concurso, a mi parecer, un respetuoso espacio entre los concursos nacionales.Yo no escribo pensando en que mi libro debe gustarle a muchos lectores, sino que me guste primero a mí y que exista la posibilidad de compartirlo con otras personas, y el haber ganado este concurso, me da esa posibilidad.

¿Qué importancia tiene este libro para tu proceso creativo?

Estaba enamorada del libro “Nos dolerá la noche”; disfruté escribirlo, sudé cada línea, y al verlo terminado, comencé a pensar en los mil enredos económicos que haría para poder llegar a publicarlo. No me corresponde a mí decir si es bueno o es malo, pero considero que se nota un crecimiento en relación con mi primera obra “Danza de soledades”, me siento más libre y más viva en estos versos. Esta obra se dio a partir de una experiencia intensa de escritura que surgió con continuidad y eso es para mí una confirmación de que sigo caminando en este deseo de abrazar poéticamente el mundo.

Perdonando el cliché de la pregunta (y por tratarse de un libro inédito) ¿De qué trata el texto premiado?

En “Nos Dolerá la noche” podremos ver tres etapas de un mismo viaje poético:
1°- Una mirada desde la infancia y la juventud llena de sueños, a esta situación poco feliz en la que se encuentra el ser humano.
2°- Esa Semana Santa eterna en la que vamos y venimos continuamente los hombres.
3°- La búsqueda del amor pleno, en un mundo imperfecto.

En los poemas que conforman “Nos Dolerá la noche”, habitan esas preguntas constantes que ocupan mis días: ¿Es posible el amor trascendente y pleno, en un mundo imperfecto y perenne?, ¿Será cierto que en nuestro paso por la tierra sólo se nos permite ver esbozos de ese amor, palpar una pequeñez de su grandeza, y nos toca conformarnos con eso, viviendo como errantes peregrinos en busca de algo que aquí se torna imposible?. “Nos Dolerá la Noche” no es más que esto y es más que todo esto junto.

¿Cuál fue tu reacción y la de tus allegados al enterarse que te habían otorgado el galardón?

Fue una sorpresa inmensa. Al oír el nombre de mi obra en la lectura del acta, di un salto y un grito. Estaba feliz ante la idea de que “Nos dolerá la noche”, saldría a la luz y de que la remuneración económica me permitiría planear un viaje postergado para ver a mi familia. Fue como leer un positivo en un test de embarazo luego de desear mucho un hijo. “Nos dolerá la noche” es un hijo esperado y buscado. Lo primero que hice fue abrazarme con unas amigas que allí me acompañaban, llamar a algunos amigos de aquí y en la noche, comunicarme con mi familia y amigos en Argentina, quienes acogieron la noticia con muchísima alegría, en especial mi papá, quién se muestra orgulloso de estos logros literarios, y gracias a ellos, comienza a comprender que las letras para mí no son un hobbie sino una opción de vida.

¿Qué expectativas tienes con este libro?
Espero ansiosa tenerlo en mi manos para darle la bienvenida oficial; considero cada libro como un nuevo hijo, por eso antes que todo el mundo debe estar en las manos de lo que amo; para luego ponerlo en las manos de los lectores y que esos versos que me dicto la noche dejen de ser míos para ser asumidos por quien los lea.Sé que esta segunda obra me comprometerá aún más con la literatura y así quiero vivirlo. Creo en la poesía, en su validez y trascendencia y necesito de ella para ser.

Romina Bayo Nació en Buenos Aires, en 1980. Fue miembro del Grupo Literario “José Audilio Santana”, en Higüey. Ha sido incluida en los trípticos “Voces Latinas”, “Pasión Latina”y “Al Descubierto”.Sus trabajos fueron incluidos en la “Antología de poetas de la Provincia de la Altagracia” publicada en el 2005. También ha sido antologada en el libro de ensayos “La Narrativa de Avelino Stanley”, publicado en el 2006, en RepúblicaDominicana. Ha sido premiada durante dos años consecutivos en el Concurso Literario de Navidad que organiza el Obispado de Nuestra Señora de la Altagracia, con el cuento “De regreso a la Fe” y los poemarios “Destellos de otoño” y “Un cielo, una tierra y un adiós”. También fue premiada en el concurso regional de poesía 2005, organizado por el ayuntamiento de La Romana, con su poema “Al Descubierto”.

Rey Enmanuel Andújar: Primera vez que escribe cuentos de una sentada.

Entrevista con el ganador del Premio Internacional de Cuento Joven Feria del Libro

¿Qué te significó ser galardonado con el Premio Joven Feria del Libro 2007?

Una sorpresa. Con el tiempo he pasado a escribir con menos pretensiones, aunque con la disciplina que corresponde a cualquier profesional, he sacado fotocopias de los textos y los he encuadernado para enviarlos a los certámenes… siempre aparece un pana que te impulsa a enviarlos y por ahí va la cosa.

¿Qué importancia tiene este libro para tu proceso creativo?

Este libro marcó una trancisión en mi trabajo literario por eso mismo, por el proceso. Es la primera vez que escribo toda una colección de cuentos de una sentada (todo lo escribí en unos cinco meses) y es también la primera vez que escribo todo a computadora, sin una sola nota a mano. Fueron tiempos intensos, creo que en realidad estaba escribiendo como estaba viviendo, literalmente.

Perdonando el cliché de la pregunta (y por tratarse de un libro inédito) ¿De qué trata el texto premiado?

Es curioso: todos los textos de alguna manera están relacionados entre sí por los personajes y la temática (violencia sexual, doméstica, de género, pero al mismo tiempo están llenos de una ternura arrebatadora). El titulo del libro llegó sólo. Lo tenía por ahí archivado y creo que todo cayó como anillo al libro.

¿Cuál fue tu reacción y la de tus allegados al enterarse que te habían otorgado el galardón?

Redundaré: una reacción de sorpresa y a la vez de alegría, es como si a un hijo tuyo le dieran una patadita de las buenas para salir adelante. También, de manera extraña, sentí un vacío profundo y momentáneo.Ojo, yo no necesito la aprobación de un jurado para reafirmar mis textos. Pero si alguien te dio un premio, entiendo que de alguna manera es importante porque se han tomado el tiempo para leer tus textos. ¿mis allegados? Celebraron. Hubo mucho beso, muchas llamadas y mensajes de felicitaciones sinceras y universales: tengo allegados regados por todo el mundo y para ellos fue muy importante.

¿Qué expectativas tienes con este libro?

Veremos. Vamos a ver como sale la edición de Ferilibro. Ya hay varias editoriales interesadas, pero por el momento me encuentro inmerso en la preparación de la novela Candela, que saldrá a la luz con Alfaguara a finales de año.

Rey Emmanuel Andujar. Santo Domingo, 1977. Es el autor de la novela corta El Hombre Triangulo y la recopilacion de relatos El Factor Carne, en donde se encuentra además publicada la pieza performática Ciudadano Cero. Ambos libros han sido publicados por Isla Negra Editores. Trabaja dentro de un laboratorio de investigación independiente en donde se estudia La Dramaturgia del Cuerpo del Escritor. Ha recibido galardones como Premio de Cuento Banco Central, Premio Internacional Cuento Casa de Teatro, Premio Cuento Alianza Cibaeña. Ha sido publicado en las antologías: Pequeñas Resistencias, el Nuevo Cuento Norteamericano y Caribeño, Editorial Páginas de Espuma, España. Narradores Dominicanos del Siglo XX, Editorial Letra Negra, Guatemala. Su segunda novela, Candela, será publicada a finales de este año por Alfaguara. Actualmente reside en Puerto Rico.

miércoles, mayo 30, 2007

graffitti #5

ojalá pudiera yo dejarte ausencias
dimitir a lo convulso de tu cuerpo
ignorarme en el intento de alcanzarte
hacerme alas
arrancarme con las uñas toda la fuerza de atracción
olvidar todas la formulas de la gravitación de Newton.

martes, mayo 29, 2007

BLOG es una exhibición colectiva donde se reinterpreta la narrativa. Veinte artistas participan en la creación de piezas que aluden a la enunciación de un listado de sucesos como en cuaderno de bitácora.

El 21 de junio desde las 7:00pm – Galería Candela, en el Viejo San Juan, será escenario de BLOG. Artistas locales e internacionales han decidido presentar piezas literarias, de videos, imágenes, fotografía e instalación donde algunas de éstas dependen de la interacción directa con el espectador.

BLOG es curada por REPUESTO y Kristine Serviá. Forma parte de una serie de ocho exhibiciones que se estarán presentando en la Galería Candela durante los meses de junio a septiembre. En ésta se analiza la bitácora electrónica presentada como un medio de comunicación alterno donde existe un emisor (autor). Este presenta ideas, en ocasiones misceláneas, que aceptan comentarios de sus receptores convirtiéndoles en protagonistas o autores paralelos al original.

En esta manifestación predominan argumentos sobre el consumo y la subversión, los sistemas de escritura y las modalidades narrativas. Así mismo se reinterpreta la temporalidad, la asociación y la tecnología. Las obras estudian y promueven el análisis crítico ante referentes ambientales o sociales. Esto toma en cuenta las nociones de autores fundamentales para el desarrollo de la semiótica como Peirce y Greimas sobre la relación entre el objeto conocido y el sujeto que conoce.

Kristine Serviá, José Tomás, Nicole Rodríguez, Rosemarie Perea, Fernando Pintado, Jomi, Omar Obdulio Peña Forti, Javier Nicolau-López, Jacob Morales, Jason Mena, Matt Hanner (Chicago) y W&N son algunos de los veinte artistas que juegan en sus obras con la cronología de los sucesos. Estos además alteran el orden narrativo de manera frecuente situando a la causalidad de los hechos como figura básica.

Obras como la de Nora Maite Nieves, que presenta un álbum, juegan con la relatividad de la realidad. Luis M. Rodríguez manipula sistemas de codificación tomando como ejemplo el Kipu Inca mientras Zoraida López documenta los procesos en una fábrica de pan. Jennifer Shmidt (Boston) revela sus afiches con los cuales explora la diversas dicotomías relacionadas a la identidad.

Michelle Miner, por su parte, muestra fotos que poseen conversaciones provenientes de diferentes blogs. Miguel A. Torres desarticula percepciones creando objetos a gran formato con referentes didácticos tradicionales y Teresa López exhibe una serie de fotografías que presentan una paradoja entre las colonias de aves exóticas y el ser humano. Por su parte Terence Hannum (Chicago) ostenta una obra sobre la cultura y la escena experimental musical.

REPUESTO es un proyecto originado, por W&N, para el desarrollo de investigación y producción artística cuyo nombre sugiere la sustitución de espacios y medios tradicionales por aquellos alternativos. Emplazan y convocan para la afirmación autonómica de cada artista, liberándolo de fines habituales por los cuales podría ser limitado.

BLOG-Exhibición Colectiva Sobre Narrativa de Bitácora
Web
Galería Candela - 110 San Sebastián, Viejo San Juan
Apertura – 21 de junio de 2007 desde las 7:00pm
Contactos: 787-246-0333/787-685-6512 (Mariel Álvarez)
http://www.repuesto.wetpaint.com
http://www.galeriacandela.com/

jueves, mayo 24, 2007

centrípeto

he aprendido a darme en los dobleces de tu espalda
de una forma insólita
como si fuera un cuerpo gravitacional al que me debo
por el que tiendo irremediable siempre al centro
por el que me despliego como una palma abierta que reiventa la caricia
como si yo fuera sublime desde siempre
antes de ti
como si yo supiera de romances delicados en el tacto.
y me sorprende grandemente sorprenderme
descubrir en ti que fui en pasado
que ahora soy
me toca ser el tenue experimento de tu dorso
un aprendiz poco lascivo
aficionado que a veces se confunde de sentir
me
confundo
invadido por el otro que soy yo (por el que me divido)
que sufre de asco en la palabra y en la caricia de la práctica
y viceversa
él tan guloso de silencios genitales
de toda la carne en tránsito que a media noche es carne de res
cuchillo, tenedor, luz apagada
lo comprendo no lo culpo
la noche a medias no da cabida para espaldas
ni para caricias de hombre en trance de querer
pero a pesar del otro mío
esta mitad de hombre quiere darse
yo
en ti
no importa lo que impliquen tus dobleces
darse en ti
como olvidando mi tragedia griega con máscara incluida
el complejo edipal no superado en medio hombre
medio
como existen medias islas
o islas partidas en dos con gente hambrienta en los extremos
tengo hambre de no sentir el hambre que he sentido dividido
el otro que soy yo es diferente a lo que quise

compartimos el estómago y la piel
pero jamás esta necesidad por los abrazos.

sábado, mayo 19, 2007

Nathanael. (de la serie Hombres de vicio)

Estuvo pescando miradas por todo Condado. 1:46am. Los cristales abajo, la samba con lounge superando el volumen de fábrica, el carro brillado con cera, armor all en las gomas, antebrazo y muñeca afuera enseñando el Cartier. Iba despacio, siguiéndole el paso a los gringos que caminaban a solas por las aceras, esperando una sonrisa lasciva, un detente, una cifra, un número de habitación. La noche se le fue en el intento del carro. Casi nunca hay resultados. Pero vuelve. Es imposible que los hombres se resistan a un cuerpo como el suyo. Desde los 19 en el gimnasio. Creatina, proteína, glutamina, Winstrol. Ni un solo vello en la carne, ojitos negros de niño inocente, boca carnosa, la piel nacida del sol. Tres horas después no cae nadie. Vuelve a su casa, abre el portón eléctrico, la madre durmiendo. Se encierra en su cuarto, enciende la laptop, MSN, siempre hay un alguien disponible al otro lado del monitor. Invitación a una conversación con cámara. Le piden que pose. Acepta. Quítate la camisa, enséñame los bíceps, trinca el abdomen, aléjate un poco; quítate el pantalón, déjame verte las nalgas. Al otro lado un cuerpo sin rostro se ordeña el glande con un puño. Arriba, una barriga peluda y cervecera. Abajo, los testículos hinchados colgando en desproporción. Quédate así, no te muevas, ábrete un poco, ahí, quédate así, no te muevas. Pasaron seis minutos. La postura a veces duele. Voltea hacia la laptop. El otro no dijo ni adiós. Cerró la computadora, se miró en el espejo, nunca se explica el placer en lo flácido, cómo sucede el gozo sin una erección. Hizo la última ronda de abdominales y oblicuos. Estaba sudado. Se olió las axilas, apagó la luz y se acostó.

miércoles, mayo 16, 2007

Maratón de dibujo 07'. (Wilmary)



Moleskine. O las libretas de bolsillo que acompañan el imaginario de nuestro tiempo.

Las Moleskine son las famosas libretas de notas con carpeta negra que utilizaban los artistas e intelectuales europeos de los dos últimos siglos: de Van Gogh a Picasso, de Ernest Hemingway a Bruce Chatwin. Por su formato de bolsillo, las Moleskine fueron las libretas clásicas de los bocetos, apuntes, historias, versos sueltos, y sugerencias mucho antes de que las piezas llegaran a convertirse en imágenes famosas o en páginas de libros. Producida originalmente en pequeñas fabricas manufactureras francesas que abastecían a las papelerías parisinas frecuentadas por las vanguardias internacionales, la Moleskine se convirtió en algo imposible de encontrar a finales del siglo pasado. Según La historia de una libreta legendaria (contenida en el folleto que se introduce en las libretas) en 1986 desapareció su último fabricante; una empresa familiar de Tours: La papelería de la Rue de l’Ancienne Comédie. En 1998, gracias a la complicidad de una pequeña editorial milanesa, las Moleskine volvieron a existir. Por ende, la mítica libreta negra volvió otra vez a pasar de un bolsillo a otro para acompañar el imaginario de nuestro tiempo.

En Puerto Rico, durante la década de los noventa el abastecimiento de las Moleskine fue limitado. Las más fáciles de encontrar fueron las libretas de 5 x 8 ¼ ”. Pero las Moleskine originales, de tamaño bolsillo, 3 ½ x 5 ½” parecieron haber estado al borde de la extinción. Lo sé porque mi padre, que no es poeta, ni artista plástico, ni tiene libros, ni obras famosas, ni nada, era fanático de las libretitas por alguna razón que nunca dijo. Lo que sí recuerdo es verlo trazando líneas rectas en las libretas de bolsillo como intentando calibrar el pulso. Pasaba horas enteras, hasta la hora de dormir, jugando a hacer líneas perfectas. A veces pienso, que sería un gran detalle encontrar aquellas Moleskine llenas de ensayos lineales sin contestación aparente. A veces pienso, que tenerlas sería, tal vez, otra forma de tenerlo.

El hecho es que hace dos semanas, conseguí sin querer queriendo una triada de esas últimas. No sé exactamente cómo, pero buscando una libreta de bocetos, me aventuré a meter la mano detrás de la tablilla y las encontré. Un poco polvorientas claro, pero encontré tres Moleskine originales de bolsillo.

Hace un año atrás yo no era un tipo de escribir en libretas. Tenía computadora y el ejercicio se me hacía más natural encorvando la espalda frente al monitor. A fin de cuentas, a los de mi generación la tecnología se nos tendió como una invitación silente. No decidimos nunca aprender a hacer click, ni a mover el ratón, ni a hacer shut down, ni decidir la imagen en pixeles. Las figuras geométricas la aprendimos en una computadora arcaica con sonidos parecido a los de Gálaga, el juego retro de consola que a veces acompaña a Pacman en las esquinas de las barras. En ella, las operaciones básicas de matemática, pequeñas pruebas cortas de gramática, acentuación, preposiciones. Luego el Wordpad y los primeros trazos en Paint. Después el Internet. Con los años todo fue renovándose y fue a nosotros a los que nos hicieron la actualización. El Wordpad por el Word, el Paint por el Painter, después el Photoshop. Y así sucesivamente. Estas son las herramientas, si ustedes sabían trabajar con lo anterior, ¿Por qué no pueden trabajar con esto?

Lo primero que escribí fueron obras de teatro. Malísimas por cierto. Una que otra la montó Miss Ortiz para incluirla en el programa de las noches navideñas de la escuela. Después una computadora nueva y mis primeros intentos. Nunca en libretas, nunca a puño y letra. Pero hace casi un año aprendí a ver las libretas como una opción posible. Se lo debo a la Nicole. El semestre antes había visto los procesos de encuadernación de libros y libretas en una clase de grabado xilográfico con Martín García en los talleres de mi facultad. Luego los libros de artistas en la Casa del libro de la Calle del Cristo en Viejo San Juan. Luego Frasconi, las viejas libretitas de la Nico, el cocido chino, las libretas que empecé por obsesión con Melissa. Entonces me decidí por la grafía natural, a reinventar el gesto contenido en la computadora, a lo primitivo del impulso, a dividir la mecánica de mis trabajos en el blog y la plástica de mi trabajo en las libretas.

Tendido Negro ha funcionado como una bitácora experimental, como un espacio texto-fotográfico que evoluciona poco a poco. Tener tres Moleskine de bolsillo, vacías, conmigo, implica la propuesta de un proyecto nuevo in situ, grafía, plástica y pulso en un mismo formato. Este post, a fin de cuentas, es una invitación a un proyecto experimental con la triada de Moleskine. Siguiendo aquella línea, las libretas de bolsillo que acompañan el imaginario de nuestro tiempo, propongo una intervención colectiva, casi a modo de cadáver exquisito, de todo aquel que quiera tener las Moleskine (una a una) por un rato, intervenirlas, y pasarlas a otro con las mismas intenciones.

Ayer, preguntando por ahí, conseguí un abasto de libretas Moleskine de bolsillo que podría llevar esta idea a otro nivel. Por lo pronto, los invito a empezar con las primeras tres. Si traspasamos la frontera de las tres primeras, y seguimos con el proyecto, tal vez se pueda hacer un junte, o una exposición, o una lectura con exposición para el disfrute de las intervenciones.

Las únicas dos reglas para intervenir, son: 1) dejar su nombre, el día y el lugar en donde la recibió. 2) Tener claro que este es un trabajo en cadena, que nadie debe ni puede apropiarse de las libretas, sino que en cambio, deben soltarlas y entregárselas a otras personas que crean en lo mismo. Las libretas, finalmente, llegarán a mí. Pero no llegarán a modo de pertenencia, sino con la intención de documentarlas, escanearlas y postearlas en el blog, por aquello de la imagen y la accesibilidad de los contenidos. En el momento en que las tenga todas, entonces se decidirá el encuentro, la exposición, la exposición con lectura o alguna otra propuesta.

Este proyecto empieza aquí. Para intervenir la libreta, déjame un comment o envia un e-mail a: vagabundo_xpr@hotmail.com. Las Moleskine tienen 192 páginas y miden 3 ½ x 5 ½ pulgadas (9 x 14cm). A la hora de la intervención son válidos todos los medios, siempre y cuando se cuide y se respete el trabajo construido. El primer trazo, privilegio, lo hago yo.

memorízatelo



uno, a veces, no debe incidir en gente hambrienta del hambre de uno. otras veces sí.

martes, mayo 15, 2007

las cosas que NO me gustan

los gajitos excesivos en el jugo de china/ el jugo de tomate/ el jugo de vegetales/ la remolacha/ el olor de la caca de los perros/ el olor a sarna/ pasar por casas con perros rabiosos ladrándome detrás del portón/ que los perros me ladren/ el zumbido de los mosquitos interrumpiendo a medianoche/ el zumbido de las moscas/ las moscas en general/ los caldos que deja el camión de la basura en la calle/ la melcocha que hacen en los comedores escolares con las sobras del almuerzo/ vomitar/ el sabor después del vómito/ la diarrea/ tener las uñas largas/ que me golpeen aunque sea en juego/ que me toquen la cara aunque diga no lo hagas/ mi tío Papo borracho/ mi padrastro/ la dependencia enfermiza de mi madre hacia su maridito/ ver a la gente cortándose por gusto y ganas/ las mutilaciones todas/ ver sangre mientras me lavo la boca/ el olor de la saliva/ el olor debajo de la plata de las muelas/ saberme paranoico/ los golpes en la espinilla de la pierna/ saber que tengo un hermano y no tenerlo/ haber perdido la niñez en llantos porque siempre quise tener uno/ las borracheras de mi papá/ tener que contestar si lo quiero o no lo quiero/ no poder decirle te quiero/ hablar de religión/ que se encajone a la gente con palabras/ la gente comemierda/ la gente hipócrita/ la gente bocasuelta/ la gente que le encanta reincidir/ reincidir cuando no quiero/ no tener control sobre las reacciones del cuerpo/ tener sexo con alguien y despedirme siete minutos después/ no sentir nada cuando me muerden las tetillas/ la gente con cuerpos casi perfectos/ que me griten/ que mi mamá me grite/ su desaprobación/ que me llame a mitad de party porque no puede dormir/ irme del party por voluntad propia si me pide que llegue temprano/ ser tan pendejo a veces/ estar sin trabajo/ que Nicole Cecilia Delgado me diga cobarde aun cuando yo sepa que es verdad/ estar sentado en esta butaca encorvando la espalda/ las espaldas con barritos/ todo tipo de erupciones en la piel/ los días en los que me siento requetefeo/ los besos después de lavarme la boca/ saberme carne/ que los otros me usen como tal/ la gente lampiña/ las mujeres con pelos en las piernas/ el exceso de maquillaje/ las faldas de las evangélicas/ los cultos en las casas de los vecinos/ que hablen de dios con un micrófono a todo volumen cuando el barrio quiere dormir/ las ratas rayando la hoja de una ventana miami, de madrugada/ no poder dormir/ el sonido del viento azotando las bolsas plásticas/ leer poesía que no me dice nada/ que mucha gente crea que el arte y la decoración de la sala son primo-hermanos/ que quieran controlarme/ intimidarme con la gente que usa la seducción como carta de presentación/ saber que Vieques fue un polígono de tiro/ la militarización/ la ignorancia/ las víctimas/ saber poco/ no saberlo todo acerca de las luchas en América Latina/ no saberlo todo acerca de las islas del Caribe/ saber poco sobre África/ que sea un pecado no haber leído clásicos/ que leer a gente grande sea una obligación de todo intento de escritor/ el posmodernismo/ las élites/ el racismo/ la potencia de los sistemas monetarios/ no saber dividir mi tiempo/ no poder hacer todo lo que quiero/ alejarme, cada vez más, de las metas que me tracé con respecto a hacer una familia/ no poder arrancarme a Claudia Carolina Resto Falú de la memoria, o de las vísceras/ escribir de ella aunque no tenga cabida/ pensar en que todo hubiera sido diferente si el cuerpo no se hubiera antojado/ pelear con W/ que las cosas con él no se den como quisiera/ que Melissa se moleste conmigo/ estar distante de Melissa/ el machismo/ el machismo en las mujeres/ el machismo familiar/ saberme machista algunas veces/ guardar rencor aunque lo guarde/ la comida de unos chinos en la 65 de infantería/ la forma en que conduce George/ los tapones/ que llueva torrencial y yo en el centro del área metropolitana/ los fondos con algas/ tocar las cocolías con los pies mientras estoy en la playa/ las mentes de pollo/ las pechugas de pollo/ no tener dinero/ los viajes astrales en los que solo floto y no puedo moverme/ los problemas de comunicación entre la gente que se quiere/ el cálculo/ que todos los papelitos que encuentro en mi casa sean sumas o restas de las cuentas de mi mamá/ el olor de las peceras sucias/ las lámpreas/ el chillo frito con espinas/ los ojos en los peces fritos/ descubrir limpiapeceras cuando me baño en los ríos/ aguantar todo el coraje y explotar con ganas de hacer daño/ desconocer mis limites cuando estoy de mal humor/ llorar con sentimiento/ que me descubran llorando/ ser muy contradictorio/ preferir la soledad y el silencio/ no saber hacer una bomba con chicle/ no saber hacer una estrella (los pies en el suelo y el giro)/ pensar en terremotos y en tsunamis de una forma compulsiva/ no encontrar un plan de escape/ hablar demás/ hablar por teléfono más de veinte minutos/ mentir/ sonreír cuando no quiero/ fingir/ no saber en qué momento detenerme.

lunes, mayo 14, 2007

foto familiar: los boys, o los futuros hombres de la familia.




Cosas que le gustan a Karina

Las velas/ el incienso nag champa/ prender velas compulsivamente por toda mi casa/ tocarme la pantalla de la nariz/ oler el cuello de las personas/ los rizos/ la curva que se forma entre la axila y la cintura/ el sobrehueso de la cintura/ los ojos achinados/ el patchouli/ las cascadas después de largas caminatas/ el sabor del agua de río/ vieques en bicicleta/ los caballos salvajes de vieques/ lamer la sal en la piel después de un día de playa/ la sal en general/ el prossecco con fresas/ el albarinho/ el acento colombiano/ el acento carioca/ Gal Costa/ Caetano Veloso y sus cambios drásticos de registro/ Lila Downs y el estruendo/ Marta Gomez y la dulzura/ el mangó fibroso compartido/ la guayaba/ la palabra goiaba en portugués/ bailar ska/ mochilear/ el olor de las cholitas en cualquier autobús boliviano/ el acento chileno/ la palta con pan/ El teatro del puente/ la cerveza skol/ compartir la cerveza skol entre diez o más personas/ la cerveza Cuzqueña a temperatura de invierno peruano/ el idioma quechua/ los pies de los quechuas/ la piel de los cariocas/ la Lapa/ el olor del Barrio Chino en Nueva Cork/ las guitarras acústicas con cuerdas de metal/ masticar sorbetos/ masticar tapas de bolígrafos/ las pecas en el cuerpo de Josie/ los ojos verdes de Josie/ la voz seductora de Xavier cuando lee un poema de desamor/ la compulsión de Karen por el editaje/ los músculos en el cuerpo de Yussef/ andar descalza en el patio de la casa en la Jefferson/ andar descalza en general/ ser lamida por cachorros/ el olor de las patas de los cachorros/ el dorado en salsa de vino blanco/ el pulpo en escabeche/ el yogurt de los griegos de la calle Loíza/ la estatura colosal de Rita Indiana/ la música tercermundista de los niños envueltos/ los ojos de Rey Andujar/ los ojos de mi padre/ los abrazos de oso de mi padre/ escuchar las historias de Josie/ correr bicicleta hasta Piñones/ correr bicicleta en general/ sudar/ el acento dominicano/ la voz de Elis Regina/ provocar orgasmos/ dar sexo oral/ escribir oraciones incompletas/ las cicatrices/ los mensajes de texto de Josie/ los sillones/ las hamacas/ nadar desnuda en la bahía de Dákiti/ el vaivén de un velero en la bahía de Dákiti/ nadar desnuda en la playa Buyé/ nadar desnuda en general/ el pitorro de la casa de Ariana/ los hoyitos en los cachetes de Ariana/ escuchar a Ariadna Godreau recitar cualquier poema/ escuchar a Natalia recitar cualquier poema/ la palabra marica/ abrazar a mi hermana/ el olor de la ropa de mi hermana/ el olor de los libros nuevos/ el olor de las fotocopias acabadas de sacar/ los muslos de las bailarinas/ las batatas de los bicicletistas/ las habichuelas de Toña/ los chalecos/ las corbatas/ los aeropuertos/ las aeromozas/ las mujeres uniformadas/ la sonrisa de Omar/ los dientes de Alicia del Mar/ su cinismo rampante/ la risa de Juan/ los pies de Nicole al son de Totó la Momposina/ lo compacto del cuerpo de Yarimir/ las tangas brasileñas/ las mentiras piadosas/ el malabarismo en cuerda floja/ los zapatos de payaso/ las narices de payaso negras/ la masturbación en los baños públicos/ el sexo oral en los baños públicos/ las cocinas de los restaurantes/ la bachata/ dormir/ las axilas peludas/ el olor de la venida en los dedos/ los cuerpos después del sexo/ la piel después del sexo/ las caipirinhas/ besar a alguien con pantalla en la lengua/ los besos en la comisura/ morderme los pellejos de a lado de las uñas/ el queso indulac frito/ el queso colhao/ los dedos de Josie/ los diccionarios de insultos/ sexo en el carro bajando las cuestas de Villalba/ el olor de la saliva/ el sonido de los gemidos/ Aurea María Sotomayor interpretada en dibujos desde una casa de árbol en Dominica/ Manuel Ramos Otero en el subway de Nueva York/ Ángela María Dávila recitada por Yeyo Lima en cualquier noche del Boricua/ el olor del bar Israel/ los strippers de Juniors/ los ojos castaños de Llorens/ la cafetería Madrid (que descanse en paz)/ la carretera 167 recorrida en motocicleta/ la ruta panorámica/ el olor del aire en Barranquitas/ los cantazos en los patines/ el jugo de parcha/ la palabra maracujá/ la palabra orladura/ los manierismos de Felix/ escuchar conversaciones ajenas/ deducir conclusiones de conversaciones ajenas/ escribir en las guaguas/ inventar historias de personas que no conozco/ inferir la sexualidad de las personas/ poner a prueba la sexualidad de las personas/ salir temprano de clases/ faltar a clases/ comprar libros/ los almanaques/ las lágrimas/ el desafío/ la incertidumbre/ terminar poemas/ los puntos suspensivos…

texto suministrado por la autora, Karina Claudio, quien por alguna razón desconocida, no tiene blog

miércoles, mayo 09, 2007

9.05.2007

no sé si llegue a alguna orilla. siquiera sé si llegue a la hondonada de otra ola. yo hubiera querido levantar el mar como una tela, descubrir debajo a un perro, a la única mujer que he inventado desde el sueño, a su barriga hinchada con seis hijos; hubiera querido descubrir los banderines de aviso que le puse al hombre en el limite espumoso de la noche, encender una fogata con las camas de ajedrez que me enseñaron los placeres de ser sólo un centro, regalar mi centro al fuego y dejar que las cenizas escribieran un poema junto al viento.

yo hubiera querido un surrealismo en este instante. jamás esta representación desoladora de la balsa de Gericault en la que todos soy yo mismo.

Theodore Gericault. La balsa de la medusa. 1819. Musée du Louvre, Paris.

domingo, mayo 06, 2007

Cosas que me gustan [(tarea) culpa de Nicole]

el olor de la marisma/ la capa grisácea que pone el sol de junio sobre el turquesa de Vacia Talega / el mar/ la playa/ la marejada del muerto/ el silencio adentro de una ola/ el vendedor de icacos a orilla de la brea/ las carretillas con pirámides de cocos/ comer coco hasta empacharme/ cocinar y narrar a solas el procedimiento como si estuviese en un programa de cocina, por televisión/ el fricasé de pollo/ el salmorejo/ el olor a leña/ el aguacate/ el musgo verde en la corteza de los árboles del Yunque/ el jugo de limón/ chupar limón/ echarle azúcar a la parcha/ la caña de azúcar/ la azúcar negra/ los bailes de bomba/ escuchar a Petrona Martínez y a Totó la Momposina una y otra vez / bailar con los tambores/ mirar el cielo entre el tendido eléctrico/ los nudos del tendido eléctrico/ leer de pie a Pastor de Moya/ ponerme nervioso cada vez que leo frente a alguien/ escuchar las pausas de Karina Claudio/ las fotos de las Polaroids/ el movimiento de los gatos/ ver a mis perras jugando de una forma torpe/ seguir el rumbo de los perros dentro de la universidad/ saberme perro/ la imagen de los perros abiertos colgando de los postes en el Perú de Sendero Luminoso/ sentir escalofríos en la clase de Mayra Santos-Febres/ reventarle guitarras a Nicole Cecilia Delgado cada vez que me entren ganas/ hablar de ella sin parar/ empezar libretas nuevas/ pintar con acuarela por impulso/ los cadáveres exquisitos en la casa de Karina/ la compulsión de Karen por el cigarrillo/ la palabra cachondeo/ el cachondeo/ embarrarme con el carboncillo/ el olor de la madera y de la tinta xilográfica/ correr bicicleta y ver que todo es una ráfaga/ sudar fuerte/ que sudemos/ el calor/ el sol de mediodía/ la brisa melancólica contra la noche en las murallas del Viejo San Juan/ el atardecer desde la lomita del Morro/ escribir sobre los adoquines/ buscar palabras en el diccionario por azar/ inventarme las palabras/ creer que soy poeta/ creer que la palabra es un espejo de dos caras/ mirarme en el espejo en calzoncillos/ trincar el pecho/ esconder la barriga hasta que se dibujen las costillas/ masturbarme/ ver porno brasileño/ el portugués carioca/ el tono perfecto de la piel de la gente negra/ el aroma del café en la casa de mi abuela/ el sonido de las fuentes/ la espuma del jabón/ enamorarme mientras camino por Manhattan/ mirarle los ojos a la gente que va en el tren/ haber aprendido a dar un verdadero abrazo por primera vez hace casi tres meses/ dar un abrazo y decir que ya aprendí/ nadar pegado al fondo mientras la noche cae lenta/ nadar en mahones cuando el atardecer es casi violeta/ nadar desnudo en las piscinas naturales de Naguabo/ nadar desnudo (en general)/ besar con gusto y ganas/ mantener una erección/ tener una erección, sin falta, todas las mañanas/ sentir la asfixia en el momento justo del orgasmo/ pelear con gente estúpida/ cortarme las uñas de los pies/ los pies de Willie/ echar los pedazos de mis uñas en una cajita de madera/ el Chichaito/ el Cuba Libre (aunque un amigo de mi padre dice que tragarse una mentira no es muy saludable)/ hablar con los amigos de mi padre/ descubrir mis malhumores idénticos a los de mi papá/ todas las veces que hay un “y” en la novela Papi, de Rita Indiana / jugar caballos como si yo supiera mucho/ la palabra quiniela, papeleta, poolpote/ acordarme de que tengo un hermano/ sentir nostalgia por mi abuelo muerto, por parte de padre, que nunca conocí/ ver el album de fotos de mi abuela Paula/ las peleas de mi abuelo, por parte de madre, a medio juego de dominó/ moldear el barro/ embarrarme las manos con el barro rojo/ recortarme con el mismo barbero desde que tengo dieciséis años/ hacer snorkeling/ la bioluminiscencia en Vieques/ pensarme dinoflagelado/ recordar lo perfecto que fue Vieques el año pasado con Alina y Nicole/ los labios de Astrid Lugo/ los labios de Zayelit Burgos/ la risa de Leticia en la Taquería Azteca/ olerme las axilas y saberme macho como pedro Juan en todo el Ciclo de Centro Habana/ leer a Pedro Juan Gutiérrez en puro silencio alrededor de mucha gente/ Manuel Ramos Otero, Roque Dalton, Walt Whitman/ fumar tabaco/ fumarme un porro/ coger jueyes con guantes y sentir las pinzas apretándome los dedos sin cortarme/ quedarme atascado en el babote del mangle/ el susto cada vez que veo un congle/ quimbar dentro del agua/ las piernas de los hombres/ los hombres/ las caderas de las jevas/ las mujeres/ las pecas en la cara, el pecho, en la espalda de la gente/ la gente que dibuja conejos de memoria/ el Google Earth después del porro/ el olor de la plasticina/ prenderle fuego a la cerilla y verla engordar/ las hormigas bobas/ las hormigas bravas/ romper los hormigueros con la presión del agua de la manguera/ rascarme las picadas de hormigas para después echarme alcohol/ la gente borracha que para hablar pone la frente en primer plano/ la estatura de Amarys/ la novela Trece Grado de Alejandro Soto/ las fotos extrañas de cuando estaba en la escuela superior/ los colores primarios/ la primera reacción cuando me gusta alguien/ las miradas compartidas/ la bellaquera que no sabe de esperas/ hablar malo/ ser cafre/ arrastrar los pies sobre las sábanas frías/ la lluvia torrencial a la hora de la cama/ coger las aguavivas por arriba/ los erizos en las manos/ comer uvas de playa/ ponerme rojo bajo el sol/ tender al sol la ropa/ mis tres mahones rotos/ los pastelillos de chapín/ los chapines y sus aletas diminutas dejándose hacer por la corriente/ las arepas de coco/ jugar con los cobitos/ molestar a las vacas y correr cuando me corren/ el sushi/ llorar/ saber que la sagrada perfección a la que aspira mi familia no se dará/ me gustan los a veces/ mis calzoncillos verde menta/ mis calzoncillos color gris/ que la gente me invente la vida y no tengan certeza de nada/ la nada/ la aguja de la maquina de tatuar/ las espinas y las flores de las trinitarias/ las orquideas olvidadas de mi madre con sus flores color fucha que siempre me seducen/ el silencio necesario/ los mangós podridos con los mimes sobrevolando en círculos/ la pulpa del mangó/ los pimientos de la plaza del mercado/ el cilantrillo/ el color de las cocolías en el mar/ el color de las cocolías en la olla/ comerme el coral, las barbas y las patas con guineitos hervidos/ el cuerito del lechón/ que me besen la espalda/ el blues, el jazz/ el gesto de Mayda después de retorcerse en sus poemas/ inventarme personajes/ lavarme la boca sin sangrar/ la salsa/ la sal/ el fango/ ver las imitaciones de la Lupe/ los videos de la Lupe/ que Mr. Teatro me lea a Ángela María antes de dormir/ las mujeres que descubro en la voz de Irizelma/ que Melissa a veces me entienda/ la leche con chocolate y hielo/ el chocolate blanco/ comerme los sobrantes de la leche condensada cada vez que hago flan/ el flan de calabaza con leche de coco/ la papaya casi madura/ que Adriana me diga monchoso/ ser monchoso pero flaco/ las muecas que me salen cuando alzo pesas/ ligar en el gimnasio sin que nadie se de cuenta/ los limbers de crema/ los tamarindos agrios/ las carambolas/ el acento de los colombianos/ un colombianito/ una colombianita/ perder el tiempo en la computadora/ Portishead y Coco Rosie/ escribir mil cosas a la vez/ dibujar a esta hora.

sábado, mayo 05, 2007

Génesis (o poema primero)

a mí
de cuando en vez
me da la gana de pensarte,
yo
atascado irremediable por un destinatario fijo:
Ella,
que nunca leerá ni un beso mío
chaito, adiós
tremenda madurez
que ya no piensa en mí.
entonces me sucede
que me detono a los poemas sin recuerdo
y no los puedo
aunque los trato
siempre está Ella
trato
aunque debajo de la frisa
de la lengua,
aquí
y en las yemitas de los dedos
tenga cositas épicas para escribirte;
una gaveta llena de palabras que he encontrado por azar
y que seducen,
tú que siempre juegas a escarbar los libros de definiciones
y te sonrojas con lo simple
tengo
tres palabras para darte en esta estrofa
sí, es la primera
sí, es la segunda
sí, es la tercera
este poema es todo un sí porque no puedo
porque te intento versos como un loco y se me tachan
o me los tacha esa mujer de carne y huesos para otro
la jeva esa alta que tuve y que perdí
y que aparece inevitable en todo lo que escribo
incluso aquí;
y no tiene cabida.

te escribo este poema
por que te lo merezco
por venganza en contra del reloj
por cada una de las estaciones falsas
que han pasado desde entonces.

conmigo y nada.
este poema es todo un sí, completo
hasta las uñas para ti
toda una reverberación de versos encerrados
un poco niños, como siempre
tontos, como he sido en mil partes
una validación de que
tú existes en mi universo posible de palabras
este el tiempo de tu tiempo,
por que me da la gana
por prioridad
por que de cuando en vez me necesito al lado tuyo
y nunca te lo dije.
ahora lo descubro
me necesito al lado tuyo
me celebro.
ya suavecito la supero
y me abro espacio a un tú
que ha estado siempre ahí;
silueta a la que nunca
he hecho caso.

martes, mayo 01, 2007

Sin Nombre - Capítulo III (fragmento 2)

Andrés Valeol

Para aquel entonces la navidad florecía por la isla. El casco viejo de San Juan mostraba sus fastuosas decoraciones, sus jardines electrónicos de lucecitas de colores, escenografías de neón y fibra óptica en todas las plazas. Yoyes también se había empeñado en decorar. La navidad pone a uno como loco, medio infantil, con ilusiones que no existen en otras épocas del año. Además lo nuestro, igualmente, estaba empezando a florecer, a tomar forma, y aquello era un detalle que ninguno de los dos podíamos pasar por desapercibido. Quizás por eso me pareció una buena idea. Pero Yoyes no era fácil, era todo un personaje, a veces demasiado excéntrica, maniática, un berrinche humano, una niñita malcriada, una manipuladora de primera. Cuando se le metía algo en la cabeza iba hasta el final, no aceptaba nunca un no, se la pasaba jodiendo y rejodiendo hasta lograr lo que quería. Es una pena que haya pasado lo que pasó.

Esa navidad, la primera juntos, se había empeñado en conseguir el esqueleto seco de un árbol para adornarlo a su antojo, con ornamentación casera, hecha por ella y por mí. Le dije que sí, y yo encantado, “claro”. Merodeamos el casco pero no encontramos nada. Bajamos por la Caleta de las Monjas y caminamos bajo el abrazo de unos árboles gigantes que buscaban convertirse en uno, consolidar un techo verde para nosotros por donde no se filtrara, siquiera, una gota de luz. Bordeamos el jardín amurallado de la casa blanca de Juan Ponce de León y nos adentramos en un parque para niños, olvidado por ellos, frecuentado a todas horas por los duetos de amantes que se besan en unos bancos desgastados por el salitre del mar, escondidos entre la maleza. Caminamos, nos besamos poco, fumamos yerba entre las raíces centenarias de un flamboyán cercano, con vista hacia la bahía y hacia una barcaza de carga, negra y azul, que gritaba su llegada entre las olas. Los pelícanos sobrevolaban el área, se escuchaban las voces distantes de turistas. Todo estaba bien hasta que comenzó a llover. No había nubes grises, el caribe es traicionero, corrimos entre las aceras hasta nuestro nidito de amor. Pero ella quería el árbol rápido, que yo lo consiguiera a toda prisa, como quien pide el último deseo antes de morir y necesita con urgencia que se lo concedan. Perfecto. No dejó que me sentara, buscó las llaves de mi carro, una sombrilla roja para los dos y volvimos a correr bajo la lluvia. Lo que había empezado como una cacería, con serrucho en mano, cerca de Puerta de Tierra, se extendió, cuatro días después, hasta un monte tupido, con sierra eléctrica, en Naranjito. Era del tamaño de ella, un laberinto de ramas, formas orgánicas, un árbol de navidad a lo puertorriqueño. Amarré el susodicho a la capota de mi Toyotita gris. Me dio el beso-premio de piquito y nos fuimos. Terminé malhumorado, con el picor verdoso que se le queda a uno cuando se interna en el monte, aborrecido de encontrar mil árboles y que el número mil fuera el perfecto.

Tan pronto llegué al apartamento puse un CD de música brasileña que me había robado de una compañera de la universidad. Me recosté en el sofá único de la sala tratando de buscar una paz que en la ciudad no existe. Los aguaceros torrenciales sin aviso previo, los tapones kilométricos, las discusiones entre carros, la guerra de bocinas, los huecos en las carreteras del país, la publicidad que grita al conductor a lado y lado de las avenidas, el murmullo de la gente en los centros comerciales, en el casco de la capital, en las plazas, en la calle frente a nuestro apartamento. Yoyes colocó la punta inferior del árbol navideño no decorado en una base improvisada junto al ventanal. Caminó hacia el pasillo entre contoneos y se detuvo antes de perderse detrás de la pared histórica. Me miró por encima del hombro izquierdo, sonrió un poco, relamió sus labios carnosos, me guiñó un ojo y desapareció a prepararme café. Lo hizo a propósito. Le gustaba tentarme. Me mordí los labios hacia la derecha y me interné en la cocina siguiendo sus pasos. Sólo tuve que pararme detrás, acercar mi boca a su oreja, pellizcarle un poco los pezones y meter mi mano dentro de su panti para que el bollo se le humedeciera. Cerró los ojos y se despegó. Yo la dejaba. Le gustaba volar. A mí me encantaba jugar con ella; chuparla, besarla, masturbarla al ritmo de la música de fondo, por ejemplo. Y ella en el cielo. Volaba alto. Un dedo adentro y cayó. Rendida. Nos deslizamos hasta el piso con la ropa puesta, sentados frente a frente, mis piernas detrás de la parte baja de su espalda, las de ella detrás de mí. Le doy un masaje en los pies y, sin saber cómo, levanto su pierna izquierda, tersa, le quito la alpargata, empiezo a pasarle la lengua y logro la erección que tanto había querido. Me despego un poco, pongo los dedos de su pie con las uñas pintaditas de rojo frente a mi boca, se los chupo, se los muerdo, gime más. Me encantan los pies, pero no sólo los de ella. Me excitan fuerte. Hay quienes dicen que son símbolos fálicos, o sustituciones carnales del falo en la mujer. No sé. Da igual. Aprovecho para quitarle la camisa blanca de botones, el mahón corto, el panti de rayitas amarillas. Luego va ella. Me quita la t-shirt marrón, desabrocha mi mahón azul largo, despacio, las manos en cada botón, calor, me desnuda por completo. Le enseño lo que tengo, huelo agrio, estoy sin afeitar, me masturbo suavemente. Hay hambre, se relame más, a Yoyes le fascina. Nos acercamos, nos frotamos los pechos, la música de los tambores se escucha altísima, practicamos Capoeira sobre el tablero de ajedrez. Sus manos arañándome los antebrazos, mi cara hundida, el roce de los dientes por sus pliegues, la lengua tocando su Caixa. El olor de la lluvia, la dermis, la mampostería colonial. Los dedos locos. Su ombligo mirándome la frente. Después los besos amargos, su boca en mi vena, los tragos de carne, el aroma del café, los hilos de saliva, las uñas dirigiendo las caderas, las pecas de su cuello corriendo hacia mi boca y mi nariz. Los dos en un rincón junto a los pies de la nevera. Los cuerpos mapeaban el sudor. La piel tatuada con la mugre del piso. Rico. Cogíamos duro. Chocaba con su fondo, repeticiones y bombeo, yo no quería venirme. La Batucada cantaba y tocaba un sólo de Pandeiro sin mirarnos. Se la saqué despacio, ella apretó mis nalgas, frío, se relajó, tuvo un orgasmo, me hundió en ella otra vez. Sabía controlarme el mete y saca para no acabar rendido como si fuera un primerizo. Así estuvimos hora y media, en el piso de la cocina, resbalando, pringados de sales, de jugos bucales, de sucio. No aguanto más, le dije. Grité. ¿Quieres mi leche? Sí. ¿Te gusta? Sí. ¿Que sí? Dijo que sí. Cabrona. Yo estaba hechecito para ti.

Salí de ella. Me acosté boca arriba. Tres cucarachas miraban golosas junto a la hornilla de la estufa. Se la metió en la boca. Me chupó las últimas gotas que quedaban. Depravada. Lo era. Yo también. Delicia. Dos depravados. Lo mejor del mundo. Me lanzaba hacia arriba, rompía el techo, tocaba las nubes. Luego me venía hacia abajo, caía explotado en el piso, o en la cama, hecho un cadáver, sin leche para alimentar. Demasiado fuerte. Yo era nuevo en cosas como aquella. No dejé que me tocara en tres minutos. Necesitaba caer en mí.

Cuando nació el tiempo luego de aquello, apagamos la cafetera y olvidamos tomarnos el café. Olvidamos los tambores de la Batucada. Caminamos desnudos, sucios los dos, embarrados de adentros. Nos desplomamos en la cama sin bañarnos y nos apagamos despacio, entre suspiros cadenciosos, besitos suaves y continua exquisitez.