Hace ya un mes que a mi abuela le nacieron telas en los ojos
y su mirada asimétrica – negra
se nubló de azul.
Pasó algún tiempo hurgándose la vista
y otro tiempo más
devolviéndonos despojos lagañosos.
A ella nunca le dijeron
que su casita vieja
en una de las calles de Aguirre
se volvería un cuarto sin luz.
No le avisaron para que pudiera adorar
por última vez
el esplendor en blanco y negro
del retrato santo
pomposo – mohoso
oloroso a hongos
de abuelo
ni la foto esa gigante del 96’
de la familia entera
sonriendo a su lado sin querer.
Un día amaneció sin ver.
Y ya.
Pero ver es lo de menos
(dice abuela)
Lo peor fue no poder memorizar
no saber la diferencia táctil perfecta
entre las trinitarias blancas y las rojas
que tanto cultivó
que han crecido choretas en los jardines de la casa
y que ahora le parecen hojas secas
ordinarias
sin color.
No pudo ver el rostro lloroso
avejentado y sincero
de Consuelo
(su hermana única menor)
que vino antier
después de cuarenta y dos años de espera.
Abuela no hizo mueca.
No se paró.
Ya no se para del sillón arcaico
con colores a otros tiempos
oloroso al perfume de la visita aquella
de Muñoz.
Ahora se la pasa mirando sin poder
desde el balcón
hacia la línea divisoria
la línea de agua que otros llaman horizonte.
Pero es mejor.
Está tranquila.
Ya no verá jamás
en los ojos de mi abuelo
las cien mil mujeres que la hicieron infeliz
que la hicieron compartirlo.
Abuela no me peleará más nunca
cada vez que vaya a verla.
No armará el escándalo podrido
de linaje y de generación
cuando me agarre de manos a una negra
y la presente como mi próxima mujer.
Abuela no ha podido ver esos celajes
con nombre
que le daban tantas ganas de mudarse
y de comprarse casas
veinte calles mas abajo.
Ya no podrá usar el Toyo rojo
para fastidiar con un cuchillo a mi mamá
por que quiso hacer su vida lejos.
Ya no podrá gritarle a Luís
(mi primo mantenido)
cada vez que cruce maquillado
con peluca rubia y tacos altos
desde su cuarto lila oloroso a pacholí
hasta la puerta de salida en la cocina.
Ya no lo hará por que no puede.
Abuela amaneció un día ciega y ya.
Acá creemos que es mejor.
Abuela está tranquila.
Ver ya no es lo mismo que joder.
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viernes, mayo 05, 2006
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2 comentarios:
Me encantó. Vívidas las imágenes, casi casi siento los olores que evocas, llenar mi habitación. Me parece ver a todos los personajes de esta historia caminar por aquí cerquita. Excelente trabajo.
Me hice una película, un banquete visual mientras leía.
Gracias por visitar mi blog... y por supuesto que puedes usar indecisión involuntaria como intermediario entre ella y tú!
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