sábado, mayo 31, 2008

Los otros cuerpos: Antología de temática gay, lésbica y queer desde Puerto Rico y su diáspora. [[Reseña]]

1.
“Las figuraciones de la nación puertorriqueña suelen ser”, cito a Rubén Ríos Ávila en su ensayo Queer Nation, “de hecho, como en otros tantos lugares, bastante previsiblemente heteronormativas; o se trata de la nación viril, macha, profetizada por Albizu Campos, fundada en un heroísmo de la hombría, o se trata de la nación femenina de Gautier Benítez, una isla doncella, un búcaro de flores columpiado sobre la mar Caribe en espera de la inseminación poética del bardo de turno.” Sin embargo, las figuraciones de lo “otro” en Puerto Rico, aquello que no trata ese heroísmo de la hombría o de la hembría, eso que atenta en contra de los parámetros de la familia, “perfecto páramo de toda sociedad futura”, como escribiera Manuel Ramos Otero, pocas veces tiene lugar en la Literatura Puertorriqueña. Quizás sí en los anales históricos, porque es más histórico que literario un primer paso, un primer grito, un primer libro sobre una otredad aunque ello sea literario. Los otros cuerpos: Antología de temática gay, lésbica y queer desde Puerto Rico y su diáspora, editada por David Caleb Acevedo, Moisés Agosto Rosario y Luís Negrón, se sitúa entre el esto y el aquello, entre lo histórico y lo literario, pero en ambas primer paso. Es cierto que siempre existe el antes y que antes de la antología, tuvimos un Ramos Otero, un Marat, un Ángel Lozada y otros/as muchos/as, pero como antología, como cuerpo literario, cuerpo fragmentado por voces escribiendo desde el margen, o por el margen, de “la sexualidad, las identidades y las prácticas del otro, el género de lo otro, el estilo de vida de lo otro, lo subversivo, lo raro y lo que transgrede los códigos de lo normativo”, cito desde la introducción de Moisés Agosto, este primer paso de la Editorial Tiempo Nuevo se presenta hoy como un logro que trasciende al país profetizado, su comunidad gay, lésbica, bisexual, transexual y transgénero (GLBTT) y su Comunidad Literaria que se ha distinguido, igual, por lo “bastante previsiblemente heteronormativa”.

2.
Con un costillar compuesto por cuentos, poesía, fragmentos de novela, ensayos y estudios literarios, Los otros cuerpos se despliega ante el lector como poniendo sobre la mesa, al descubierto, la dermatografía de una temática antes destinada a la subterra del país, comunidad con techo, que es también un margen. En ese sentido, el lector que se adentra en la antología -vale señalar que los textos compilados respondieron al llamado de una convocatoria abierta- se enfrenta a la concepción, definición y boceto de una comunidad marginada, que parece luchar por el derecho a que se le reconozca su normatividad distanciándose de lo heteronormativo, que se propone transgredir la norma pero que no lo logra. Y digo parece, porque aun tengo mis dudas sobre si la antología, en términos de contenido, retrata a la comunidad gay, lésbica y queer puertorriqueña o si en su defecto, la reinventa a partir de los textos sometidos. Sin embargo, no se puede perder de perspectiva que Los otros cuerpos es una antología; en ella se compilan textos de 44 escritores residentes en la isla y en varias ciudades de Estados Unidos que respondieron a una convocatoria que buscaba piezas literarias bajo una temática específica, que el hecho de ser antología no implica, ni tiene por obligación, aunque tal vez debería, el compromiso de representar o retratar a la comunidad de la que se escribe; máxime sabiendo que los contextos cambian, que la comunidad gay, lésbica y queer de Puerto Rico no es igual a la comunidad gay, lésbica y queer dominicana, o a la mexicana, o a la argentina.

En ese sentido, y alejándome de mis dudas con respecto al retrato de la comunidad en el contenido de la antología, sobre si es representativa o no, Los otros cuerpos tiene en sus adentros un puñado de textos valiosísimos, intensos e/o inteligentes que bien podrían ser las mismas vísceras de los lectores. Vísceras que el lector avista y en las que se reconoce, vísceras para leerse en altavoz, oraciones y versos memorables, poemas y cuentos enteros, como ese de Aixa A. Ardín Pauneto que se titula Apenas un sorbo o el Cuento de un padre y un hijo de Larry La Fontain-Stoke.

3.
El gran peso de la antología recae en el aparte de Los cuentos, 21 en total, que tiene por carne -obertura primera- El cuento de la mujer del mar de Manuel Ramos Otero, a quien se le dedica el libro; ese cuento desgarrador, en el más hermoso sentido de la palabra, de narración, o filtración, poética y amor profundo. Es ahí, en dicho aparte, que aparecen las primeras vísceras de un proyecto que parece querer desembocar en lo hondo, pero que no lo logra; se autosilencia por ratos, se detiene frente al abismo y no lo apalabra del todo. (Es la primera Antología en la isla, segunda en toda Latinoamérica, lo sé. No todo está dicho. Quedan muchas cosas por decir, pero faltaron otras muchas.)

Sobresalen: Mundo cruel de Luis Negrón; Nomeolvides, de Maribel Ortiz; La cadena del Cano Belleza, de Ricardo Santana Ortiz; El rito, de Yolanda Arroyo Pizarro; Vida y obra de Marta la diabla, de Juan Pablo Rivera; Las mujeres del harén real no pueden ver a ningún hombre, de Jaditza Aguilar-Castro; y Llueve el amor sobre la lujuria, de Abniel Marat. Sorprende el Cuento de un padre y un hijo de Larry La Fountain-Stokes por su estructura inteligente y psicológica, por lo cinematográfico y enramado de la narración, por toda la nostalgia y el terror que puede o sabe evocar el escritor; por la precisión de la palabra. Por otra parte, Chenoa Osorio brilla con su cuento Adolescente hada transexual, que con un estilo muy suyo lleva al lector hacia el adentro de lo queer, de una realidad casi performativa marcada por las definiciones y la espera, la imagen y la estética, por ser el único cuento que parece hablar de una felicidad cotidiana lograda y construida sobre y a partir del margen.

Karen Méndez Sevilla, Chiara Merino Perez-Carvajal, Lilliana Ramos Collado, Miguel Figueroa y Robert Vázquez Pacheco trascienden por su poesía formón, certera y hermosa. Aixa A. Ardín Pauneto, Luz María Umpierre y Sheila Rivera resultan ganadoras en la poesía de esta colección. La otra poesía del libro se queda en lo tibio, en la zona de confort; a veces rayan en lo abstracto.

Completan la selección de los mejores textos de la antología: los fragmentos de novela Lento instante de paz, capitulo 7, de Moisés Agosto Rosario, y Conversación con Aurelia, Delirio, del Dr. Daniel Torres; el ensayo Queer Nation de Rubén Ríos Ávila, el estudio literario de Arnaldo Cruz Malavé, What a Tangled Web!: Masculinidad, abyección y la fundación de la literatura puertorriqueña en los Estados Unidos, y la entrevista Círculos de agua: Parada de orgullo LGBTT en el contexto de treinta años de trabajo por los derechos civiles, entrevista a Olga Urraca Paredes, de Javier E. Laureano.

4.
Últimamente he dialogado con algunos compañeros sobre la representatividad en la antología, sobre el cómo se transgrede la norma, y qué es la normatividad y la heteronormatividad en y desde este libro. Después de las conversaciones, estoy convencido de que Los otros cuerpos, y a su vez la Editorial Tiempo Nuevo, sientan las bases sólidas para una nueva etapa de la literatura gay, lésbica y queer desde Puerto Rico y su diáspora, haciéndola accesible y posible en términos de publicación y circulación en y fuera de la isla, teniendo como hecho que con esta antología se abre una serie de publicaciones bajo la misma temática. Sin embargo, todavía quedan verdades no escritas, cotidianas, distintivas y características de la comunidad GLBTT isleña que no lograron cabida. Todavía quedan sin incluirse detalles que colaborarían a la mirada pluralista que se inicia con esta antología; verdades que podrían ser escritas a gran escala por cualquier escritor que no pertenezca necesariamente a la comunidad gay, lésbica o queer: el vocabulario, el glamour, la representación en tarima, la vida nocturna, las esquinas, los discursos de imagen en conflicto, el sexo, la accesibilidad al sexo, el Internet, la droga, las realidades a escondidas, el autoencierro, las relaciones sentimentales, el amor, todo sin trazos de caricatura. En cierta medida, la antología cumple su función: rompe el hielo, el texto no es hermético, el lector no se enfrenta a un libro con pretensiones académicas, se crea un nuevo espacio, hay calidad literaria, se representa lo que se ha escrito, lo que se está escribiendo y lo que viene. Sin embargo, se queda corta en el retrato. Además, el lector se encuentra, muy pocas veces, distanciado de la traducción de lo heteronormativo al contexto gay, lésbico y queer, a pesar de que la meta introductoria es la transgresión. Los otros cuerpos: antología de temática gay, lésbica y queer desde Puerto Rico y su diáspora me deja con hambre, a la expectativa de lo que aun queda por recopilarse.

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