lunes, abril 10, 2006

Instante [4]

Hay algo lúbrico
bajo las uñas de los hombres
que me rompen.
Un algo que transmuta y se me adhiere al cuerpo
hasta que se convierte en hiel
o en tedio.
Soy un virgen con las hembras
y un no-estreno con los hombres
que tanto han aruñado
como quien talla ídolos a mano.

Más nunca he sido un ídolo.
Tal vez un dios sin fuerza a la hora del alcohol
y del enganche de los perros que se aman sin mirarse.

Quizás he sido una deidad.
Ultra moderna.
Caribeño.
Un dios maleable entre los hombres
y una virgen pura y casta,
con las hembras que han querido
y no han podido
poseerme
entre sus labios
para sí.

Pero yo mismo ni me tengo.
Si me tengo
lo que tengo son las huellas de esas uñas digeridas
que he mordido como un loco
y que esgrafiaron en mi sexo
la divina historia icónica
preadolescente
de mi yo.

Pero mi yo es otra cosa.
Un algo dividido.
Un pecado-dios para los perros.
Un sencillo virgen cándido estrenado
sin las uñas-labios
de mujer.

1 comentario:

dijo...

de tantas contradicciones está hecho el hombre -y la mujer también..el tono homoerótico me parece muy bien trabajado, muy bien logrado...me recuerdas inclusive a un compañero que estudió conmigo cuyo tema predilecto es este que tocas ahora.
si hay "hembras que han querido" te digo sin duda que hay muchos hombres que han querido y no han logrado un poema como este. creo q todos nos hemos sentido, alguna vez, extraños en nuestra propia piel.