miércoles, enero 03, 2007

por aquello de las resoluciones y de tener las cosas claras


-Hay que cuidarse, Agneta. Uno se cuida a sí mismo, pero la posibilidad siempre sigue ahí.
-¿Posibilidad de qué?
-De meterte un balazo en la cabeza.
-Oh.
-A veces es terrible. La materia del artista es su propia mierda. Eso es tremendo. Un escritor, por ejemplo, tiene que revolver su propia mierda. Y saca cosas de ahí.
-Lo imagino.
-Una persona normal deja que la mierda se seque. Y la olvida. Una persona normal se olvida de todas las mierdas de su vida. De las que le hicieron y de las que no. Deja que toda esa mierda se sedimente y se seque y ya no apesta más. Pero un artista convierte esa mierda en materia prima. Material de construcción. Hace esculturas, cuadros, canciones, novelas, poemas, cuentos. Todo apestando a mierda fresca.
-Oh, Pedro Juan. ¿Pero por qué hablas así?

Agneta alejó el plato asqueada. Yo hablaba con los ojos cerrados y sólo bebía vino. Había comido suficiente pollo con ajo. No quería más. Abrí los ojos. La vi asqueada. Cerré de nuevo los ojos. Seguí hablando.

-El asunto no es si uno se pega un tiro en la sien o no. Te puedes meter un balazo y ya. Cuando no resistas más. Pero no hacerlo de joven. Hay que joder primero. Que se jodan los hijoeputas. Que tengan que soportarme. Que no les quede más remedio que soportar mis libros y cagarse en mi madre. Después ya veré qué hago. A lo mejor tampoco me doy un tiro y vivo alegremente, por mis cojones. Alegremente. Hasta los noventa años. O hasta los cien.
Fragmento del capitulo 4; La sueca. De la novela Animal Tropical, Pedro Juan Gutierrez; Anagrama, 2000.

1 comentario:

nicolececilia dijo...

por eso lo de los secretos