martes, julio 16, 2013

A propósito de Restos de lumbre y despedida

Por Nelson Ricart-Guerrero


Nací en la isla de al lado 32 años antes que Xavier. Conocí las ilusiones de creer en un mundo mejor, cuando este se dividía en dos bloques y cada uno de ellos representaba la opción ideal según desde donde la viviésemos. Como latinoamericano me indignaba la injusticia y el imperialismo. 

Aún me indignan, pero en aquel tiempo sólo los veía desde donde me tocaba vivirlos. Acepté el endiosamiento de líderes mesiánicos y carismáticos sin querer reconocer que la sola idea del Caudillo libertador es una de las más grandes aberraciones de los romances nacionales. En los 70 denunciamos el consumerismo y sufrimos del aislamiento y vacío cultural ligados a nuestra insularidad. En ese tiempo, Casa de las Américas reinaba como faro en un continente ahogado por dictaduras sangrientas y nos nutría haciéndonos pensar que nuestros pueblos eran uno…

Muchos dejamos el barco y nos fuimos a Europa con los ojos abiertos en busca de otros aires . Luego cayó el muro y llegó el desencanto. Quisimos escuchar otras voces y asumir otras heridas…

Muchos, muchos años después conocí Anzuelos y carnadas de Xavier Valcárcel  y Ángel Antonio Ruiz Laboy … quedé embelesado. Luego tuve entre mis manos Palo de lluvia de Xavier. En ambos casos, aun considerando el lenguaje como sujeto principal de lo escrito, la manera de tratar lo orgánico no se inscribía directamente en la tradición regional barroca de nuestra literatura Caribeña hispanohablante. Reconocí  entonces, en ese rehacer del lenguaje, una contemporaneidad y un soplo saludables. Otra manera de reorganizar el caos, la suya.

Xavier Valcárcel nos  inicia a su texto con dos citaciones esenciales. La primera se refiere a La poesía piensa de Yvan Silén y la segunda a Donde de Eduardo Lalo. Relaciona de entrada el acontecer, los aconteceres como un todo con  la comprehensión del fragmento y su valor fractual. En su epílogo retoma estas citaciones haciéndolas ya enteramente suyas a partir de la experiencia vital y literaria que nos propone y en la que nos implica de manera consciente pues al leerle leemos el mundo que compartimos, un mundo donde los flujos numéricos  sustituyen la reflexión sobre lo que vivimos y lo que somos.  Así los restos de lumbre y despedida son también los nuestros, poco importa en qué lugar del mundo nos encontremos ni la edad que tengamos. Cada página escrita es un grito universal y comprehensible para los que nos interesamos a las cuestiones esenciales del ser en este mundo globalizado que nos ha tocado vivir.   

Así en la exégesis del texto me he detenido en ideas y fragmentos, en restos que me han interpelado particularmente y cuya interpretación a sabiendas personal sobrepasan quizá el pensamiento del autor. Diría que en esta posibilidad reside la belleza y la universalidad de sus propósitos.

-Cuando nos habla de miedo (folio1) pienso en la proyección o la sombra, en  la duplicidad o el encuentro con ese que soy y que he sido:
"Nada queda conmigo. Nada distinto es posible hacer donde se es duplicidad, esa vuelta de carnero, ciclo otra vez, la imagen perseguida de un nosotros viejo…Sospecho es por eso que yo también saludo al miedo."

-La casa (folio 11 que inicia el texto), como matriz en su quietud, unidad de la lengua que se escribe, grafema: "…pero sólo la casa exhala sentada en la posición del loto, de siempre quieta, rendida ya, de ser otra vez grafema"

-La luz que desvela el misterio (folio12): "en las losas del piso, faltas de exploración, pese a tanto sedimento de privacidad mapeada…"

Así la luz es aquí metáfora del saber pero de un saber profano y doloroso que sólo puede trascender con la experiencia alucinatoria que nos distancia de lo que asimilamos a lo real. Es también el sol que nos arde las pupilas dilatadas cuando arrebatados nos vamos por los caminos del no estar: "Nos hemos drogado tanto últimamente que no recuerdo el tiempo" (folio 35).

Luz igualmente trascendente cuando nos sirve como soporte de la reflexión, como toma de consciencia que comunicamos. La luz del texto que hacemos nuestro al sentirnos compartir la experiencia tanto individual como política y social: "Soy…paisaje en la luz por quemarse" (folio 40) o bien "…ese todo que existe frente a la luminosidad" (folio 4)

El poeta junta cigarros dispersos, recibos, poemas…(folio4),  como hace inventario (folios 17, 30, 39 y 42) tanto del legado cultural recibido como de lo que llama la infoxicación (Lumbre P. 89), esa opresión que genera la abundancia de imágenes estereotipadas y su desmultiplicación por las industrias culturales frente a las cuales el vivir es lo que está en juego (Antoine d´Agata). Y así como toda una generación vibró en una ola de nostalgia con "Me acuerdo" (Georges Perec 1978), igual he vibrado al reconocerme en el asentamiento de datos propuestos por Xavier, restos de la contemporaneidad que compartimos convirtiéndonos en un nosotros (folios 26, 36, 37). Pero…¿Quiénes somos nosotros? ¿Cuál de las cifras del folio 37 nos correspondería como camaradas, acólitos, ciudadanos o simplemente como seres deseantes? En todas las opciones (folio 36) "¿Nosotros existe o no existe?"

Tipificando su soledad, el poeta nos lleva a la nuestra e identificándonos nos situamos de nuevo en el nosotros:  "Ando entre los y las y los, aquí no hay nada diferente" (folio 20). Pero el nosotros es un espacio vasto (folio 26) y paradójicamente íntimo en el que podríamos estar y no estar, el espacio mental y palpable de Xavier : (folio 26) "Nosotros los satos, los OCNI, los queers…", en su fuerza intemporal como lo sería la lectura de un conjunto de escritos de Rimbaud (Oeuvres Complètes, Bibliothèque de la Pléiade, nrf, Ed. Gallimard 1972).

Tendría mucho más que decir sobre esta obra que el autor presenta como "una propuesta en reacción (no como un hacha de piedra) a la producción literaria y artística contemporánea de y en mi país" (Lumbre, P.89), pero he de dejarle al lector el placer de sus relieves y matices, el espacio de un nosotros posible…

En lo que se refiere a la luz, si Xavier el Poeta es y está,  si sus palabras, sus cifras y sus versos son fulguraciones, he de preguntarme como Yo y no como nosotros donde procurarme los restos de la despedida.

Para terminar, le dedico a posteriori este poema a Xavier: "Saltabas sobre los lugares comunes. El espacio era el mismo, amplio y transparente, amplio y turbio. En la noche, una pena hace vibrar las estrellas. Tu cuerpo brilla. El espacio es el mismo" (In Sólo quedan las palabras, P.56, Isla Negra Editores 2009).

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