lunes, junio 07, 2010

Labial y cuchillos: batallas en Miss carrusel

Entrevista a Mirna Estrella Pérez
por Xavier Valcárcel



Estoy convencido de que Miss carrusel es una foto-postal sobre el hastío. Claro, podría hablar igual del vacío, de la rabia, de la personificación de la nada, pero es imposible no toparse con la imagen del hastío en primer plano, entendido aquí como una navaja de dos filos, entiéndase aquí repugnancia y disgusto, que al estar en una voz femenina, tajeando su propio estereotipo, convierte éste poemario en uno poderoso. ¿Crees que este poemario, o esa (tu) voz, rompe con las poéticas femeninas en Puerto Rico?
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Desconozco si el poemario, la voz, rompe con algo, mucho más si ese algo suena tan fuerte como “poéticas femeninas en Puerto Rico”. Es trabajo del crítico hacer una valoración al respecto. Yo hice mi parte del trabajo: lo escribí. Sólo puedo decirte que Miss carrusel no me parece un libro depresivo, sí liberador.
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En Miss carrusel puede percibirse un asome narrativo. Hay un personaje principal y personajes secundarios ("quien habla es una invención", dice en el poema quince), varios conflictos evidentes, una narración descriptiva casi puntillosa del entorno, de las habitaciones de hotel, del cuarto de niña y sus juguetes; de las mañas de quien habla. ¿Es esto un artificio de la propuesta de este libro? ¿Es un recurso para armar una estructura, un hilo conductor?

Admito que la mayor parte del tiempo no sé donde estoy parada. Este despiste mío, esta ausencia de planificación, y de otros términos que ahora se me olvidan, me ha sido cuestionada antes. No es algo que me quite el sueño.

Las pocas veces que he intentado idear un concepto y trabajarlo me he quedado con la página vacía. Todo puede estar muy bonito en mi cabeza: qué es lo que quiero, cómo plantearlo, pero a la hora de sentarme a escribir no puedo con la presión. Abandono el proyecto. Por eso opto por darme el espacio, fluir sin interferencias, dejar fuera las ambiciones; si ese espacio se compone de años pues años serán.

¿Cómo ideaste este libro? ¿Cómo fue ese proceso de escribirlo o de juntar los poemas que lo componen?

Hablando de fechas… el primer poema de Miss carrusel se disparó a finales de julio 2008, a mi regreso de México. Así como fueron acumulándose los meses, las experiencias, tras ese viaje; también se fueron acumulando las letras. No fue hasta el noveno o décimo poema que intuí que lo que estaba escribiendo era un libro, entonces vi el hilo conductor y vino la pausa. Creo que me asusté. Con la poesía soy una desorganizada, tengo problemas para mantener las cosas en su lugar. Para ser disciplinada ya tengo un trabajo a tiempo completo, un contrato que me exige una hora de llegada y de salida, un programa de vacaciones, un pago quincenal. Para escribir yo necesito libertad de movimiento. Puedo soltarlo todo cuando me place y retomarlo cuando me place.
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Comencé a vivir con este libro en julio 2008. En marzo 2010 le di el espacio para que se fuera a vivir solo. ¿Qué pasó entremedio? Sabrá Dios.

Además de los amantes y de la serie de abandonos, hay un volver constante a la niñez. Además hay un dialogo, a modo de mirada al espejo, entre la mujer y la niña. La mujer es merecedora de esa serie de abandonos, “pendeja” aunque presuma la malicia, rodeada de muebles, incapaz de dormir sin la compañía de las voces de la tele. La niña es los juegos, felicidad y disfrute, la posibilidad de un regreso, la ignorante del futuro. La mujer se dice a sí misma: “la infancia es una calcomanía”; “de pequeña no te queda nada”. Háblame de esa batalla.
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Quién no quisiera regresar al punto de partida, arriesgarse a tomar otro camino, por la mera curiosidad de descubrir qué hubiese pasado, cómo sería ahora la vida. No sé, hay cosas que pueden envidiarse de la infancia, como el haber sido medianamente feliz. Hay otras cosas que sólo la adultez puede ofrecerte.
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¿Cómo miras la adultez?
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De adolescente pensaba: cuando tenga un ingreso, un auto, los 18… no habrá quien me detenga. Es gracioso. Llega un punto donde tienes el ingreso, el auto y no 18, sino 31, pero no sabes qué hacer con tanta “libertad”, porque ahora hay reglas. Te podías equivocar a los 10, a los 14, incluso a los 17; inmadurez le llaman, pero ni tú misma te puedes perdonar meter la pata a los 31. Es inevitable hacer el recuento de lo no alcanzado, ya no aspirar a una estabilidad sino exigírtela. Las cosas se complican en la medida que tachas el calendario, las oportunidades que dejaste ir no estarán dándote la vuelta por si te arrepentiste, y vendrán otras, claro, pero tal vez te lo pienses tanto antes de echar mano de ellas que se vayan. No deja de ser un juego. Prueba y error.

Para mí este poemario se titula Miss carrusel porque hay un enfoque constante en la machina y en las vueltas. Puede leerse como una metáfora de la infancia, pero también como un estado de la adultez en el que uno se reduce a ser una maquina absurda, un aparato de uso, incluso un mueble, en este caso giratorio. Lo de Miss, tiene obviamente una carga mediática, habla de esa competencia de mujer bella, de un prototipo, que aquí se mutila y se circula como farsa. ¿Por qué Miss carrusel? ¿Por qué poetizar y rebatir todo eso?
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Podría despachar esta pregunta con una teoría feminista, social y antropológica. Pero ni te haré perder el tiempo a ti, ni lo perderé yo. Miss carrusel, como título, me llega a través de una canción de Nacho Vegas. Me pareció divino. Y esa es toda la historia. Corta, como verás. No hay grandes misterios alrededor de ella.

¿Cuáles lecturas femeninas te han marcado?

En orden de llegada: Julia de Burgos, Sylvia Plath, Anais Nin, Anne Sexton, Rosario Castellanos, Rosa Silverio, Gloria Fuertes…

¿Qué relación tiene este poemario con la televisión, con los realities shows?
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La tipa, personaje principal, voz poética, llámesele como se le llame, se expone y expone a otros al juicio colectivo. Para muchos lectores es inevitable enlazarme con ella. Es un riesgo que asumo al hacer público el trabajo. Un amigo me comentó: “leer esto es como leer un diario. No puedo parar, porque sé que es inmoral invadir así la privacidad de alguien” Viéndolo desde esa óptica, el poemario podría guardar, por momentos, relación con ese tipo de espectáculos.
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Volviendo al hastío y a esa voz femenina con su navaja de dos filos ¿es el hastío una calcomanía en tu trabajo? ¿Igual esa voz? ¿O es ese tu estilo, sobre lo que te gustaría seguir trabajando?
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Como te dije, le tengo fobia a planificar. Supongo que eso de la voz, el estilo y otros etcéteras son cosas que adquieren los escritores con el tiempo. Tras terminar este poemario me dije que dejaría la poesía a un lado. Hacer la transición, aventurarme con la narrativa. Pero estoy consciente que en el mencionado género necesito seguir reglas, ser disciplinada, atar cabos. En la poesía siempre hay sus licencias. El que lee se vale de su interpretación, el que escribe se vale de su intención y mientras se respete el perímetro todo estará bien. En narrativa no puedes matar al gato en el capítulo dos y ubicarlo entre los pies del amo en el capítulo 5… bueno, tal vez sí puedas, es cuestión de tener poder de convencimiento.
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¿En qué se diferencia Miss carrusel de Manifiesto sobre las tristes, tu primer poemario?
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Manifiesto sobre las tristes no fue un libro esperado, pero supo sostenerse solo. Me abrió rendijas y puertas. Me dio y me da satisfacción. Miss carrusel es la prueba de fuego, supongo. Es mi primer libro publicado aquí, en P.R. En eso, mayormente, estriba la diferencia. Probablemente también deba mencionar que ahora me siento más madura, poéticamente hablando. ¿La similitud? Ambos poemarios son un reto a la suerte, al azar. Nunca se sabe cuál será la reacción del público lector. Para mí es importante ver cierta madurez entre trabajo y trabajo. Es cuestión de satisfacerme. Hoy puedo sentarme con mis tres libros y tras releerlos decirme: vas creciendo, pero te falta, siempre falta. El día que cese ese deseo de superarme, que me sienta anclada, me voy.

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