El norte se me vino encima con todo su peligro de orillas afiladas. Se me hace inevitable no pensarte en esa ruta, imposible no buscarte en cada playa, en cada concha rota, descifrar el horizonte tras la niebla, tener que explicarle a la Nico cómo es posible que le deba el mar a alguien. Y tú, bastante perdido, como siempre. Con tu presencia en fuga y tu a propósito desliz de no saber cómo te pienso, todo el discurso del por qué, la historia esa que se nos dio sin roce alguno; cuatro veces en dos años, todito frente al mar, aprendiendo que la orilla es el rincón más blando. Para llorar, para rotar los dedos, para enterrar los pies y el centro, para llevar al niño y su proyecto de barco.
El norte se me vino encima con todo el azote del salitre, como una bofetada en plena cara que no necesitaba. Mar chiquita fue bonito. El fondo era de piedra, arena blanca y algas delicadas con articulaciones especificas para el humor de la marea. Detrás las peñas, los erizos con su desnudes, los huecos, cada posible cueva del primer orgasmo y otro mar. Hubiera sido genial leer a Manuel Ramos Otero desde su borde, en Manatí, hubiera sido una gran tarde descifrando todos sus recovecos, la posibilidad de revivir sus tardes, tal vez había ido allí. Un muchachito se tiraba de una piedra como un experto clavadista, quizás Manuel había hecho lo mismo, Nicole pensó que era posible, me gustó pensar en él lejos de la poesía.
Compartir la tarde ayer contigo fue entre otras cosas cosernos más aun. Tu llanto y el mío, la realidad de la familia y del amor, reinventarnos de pie frente a lo literario, agarrarnos de manos como un sencillo acto de revolución; tratar de construir poquito a poco el poema 29. Estás perdido. Caminas por la calle del exilio persiguiendo el recuerdo de una niebla. Y al fondo la niebla, el horizonte indescifrable, la querencia de Ánjelamaría, Nina Simone, la arena negra, el día gris de nuevo como una escama de jarea. Y de repente ya no me afectó tu ida, digerir tu adiós de nuevo, saberte alas, intensos pies de viaje, entendí lo de tus adoquines, lo de la casa al final del callejón, todos tus vuelos. Parece que los pájaros han emigrado a las islas, escribió Manuel. Los pájaros emigran a las islas. No es un parece, lo sabemos; es toda una certeza.
El norte se me vino encima con todo el azote del salitre, como una bofetada en plena cara que no necesitaba. Mar chiquita fue bonito. El fondo era de piedra, arena blanca y algas delicadas con articulaciones especificas para el humor de la marea. Detrás las peñas, los erizos con su desnudes, los huecos, cada posible cueva del primer orgasmo y otro mar. Hubiera sido genial leer a Manuel Ramos Otero desde su borde, en Manatí, hubiera sido una gran tarde descifrando todos sus recovecos, la posibilidad de revivir sus tardes, tal vez había ido allí. Un muchachito se tiraba de una piedra como un experto clavadista, quizás Manuel había hecho lo mismo, Nicole pensó que era posible, me gustó pensar en él lejos de la poesía.
Compartir la tarde ayer contigo fue entre otras cosas cosernos más aun. Tu llanto y el mío, la realidad de la familia y del amor, reinventarnos de pie frente a lo literario, agarrarnos de manos como un sencillo acto de revolución; tratar de construir poquito a poco el poema 29. Estás perdido. Caminas por la calle del exilio persiguiendo el recuerdo de una niebla. Y al fondo la niebla, el horizonte indescifrable, la querencia de Ánjelamaría, Nina Simone, la arena negra, el día gris de nuevo como una escama de jarea. Y de repente ya no me afectó tu ida, digerir tu adiós de nuevo, saberte alas, intensos pies de viaje, entendí lo de tus adoquines, lo de la casa al final del callejón, todos tus vuelos. Parece que los pájaros han emigrado a las islas, escribió Manuel. Los pájaros emigran a las islas. No es un parece, lo sabemos; es toda una certeza.
5 comentarios:
leo esto y lloro, chico. creo que por tu voluntad de entender y de adaptarte es que te quiero tanto, que no me importa enseñar la panza cuando vamos a la playa a ponernos negros y a volar entre las olas, a inventarnos las cuevas del primer orgasmo del poema de manuel. hay que aprenderse ese poema y hacernos el tatuaje y seguir escribiendo juntos. no lo sabemos, pero cada vez que nos juntamos hacemos historia, con hache mayúscula o sin hache, pero construimos una telaraña de poesía, poesía de verdad porque da corriente en los bordes de la piel y de las lágrimas, que trasciende el nosotros, la amistad, el técnica, la confidencia. el viaje es el mundo, el agua, el borde, el viaje son tus pies. cuando uno se para ahí, en el borde abismo de mar chiquita, y el mar es azul y la espuma blanca y azota los erizos ya no estamos en esta isla y sus circulitos literarios pendejísimos y adulones, estamos allá, en el resto de todo, y afortunadamente los dos sabemos nadar tan bien.
te quiero!
quise decir "la" técnica
La enana siniestra emprende vuelo y pone en marcha sus pies de viaje. Pero antes de irse unió nuestros cursos. Porque mirándote la veo a ella y la siento cerca y pienso que el sentimiento puede ser recíproco. Ella nunca se irá porque siempre estaremos nosotros.
Un beso Xavi... Y gracias por permitirme conocerte.
cómo que la enana siniestra!?!?! más respeto okei!!!
Entiendo que tengo sinioriti para llamarte como yo quiera.....Besos
Publicar un comentario