lunes, septiembre 15, 2008

Secretos familiares

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"El dolor, como dice Segovia Potter, no tiene que ser, necesariamente hijo de la lágrima ni maquina de lágrimas. Basta con que sea conocido de un secreto para llamarse dolor". Dolor entonces no tiene que ver con los estadios del llanto sino con la altivez de los secretos que conoce. Es posible que una persona dolida no llore. Pero imposible que una persona dolida no se rebele en contra del dolor.

Secretos familiares, de Nicole Cecilia Delgado, no es un libro de llantos, pero es un libro rebelde y certero en contra de los ahogues de un dolor reconocible y que trastoca. La poeta lo sabe, señala desde la dedicatoria que los secretos contenidos en su libro no son solamente suyos, aunque son los suyos los que catapultan al lector. Los dolores familiares, o los secretos de familia sirven entre estas páginas como el detonante de una poesía incomoda pero valiente, llena de reproches por necesidad.

Podría decirse que Secretos familiares es un libro de poesía confesional, pero sería demasiado fácil ajustarlo a un género poético basado en el yo, sobretodo cuando estos poemas no son sólo de la hija única y mujer detrás de la poeta, sino que estos son, o aquí se construyen los poemas del padre, de la madre, de un padrastro, de las tías entregadas al rezo. Es decir, que en Secretos familiares la voz del yo, pese a su protagonismo, no es la única que se escucha; también está la voz de la madre como una música de fondo, o su regaño; la voz de las tías con sus evasivas, como el coro de las Mamasijayas, de rey Andujar; la voz del padre inventada para dar explicaciones que quizás no llegarán. Quizás también estos secretos son los de los hombres y mujeres que todavía no han salido al paso, que no han escrito los suyos, quizás estos poemas son la voz de los que vayan identificándose.

Igual sería fácil decir sólo de Secretos familiares que es un libro de poesía cuando su construcción habla de un proceso puro de toma de controles. Aquí se ha tomado la historia familiar hasta su mito, la poesía hasta su calidad de narrativa, acá la escritora ha tomado el control de los medios de producción y publicación. En ese sentido, me viene a la mente un texto de Mara Pastor con relación a la publicación de su primer libro en formato artesanal que me parece pertinente adoptar para hablar, igual, de los procesos de este libro, que dice, “esta toma de controles no aboga por manifiestos sino que va definiendo un concepto de ética, de poética, en el cual la escritora hace el libro que tiene que hacer, que quiere hacer, independientemente de la lógica del mercado, de los editores, de los enramados pueblerinos, (yo le sumo, de los enramados familiares) y de los consensos literarios”.

Sepan ustedes que este es el segundo libro de la poeta, nacida en 1980, pero su primero publicado en formato artesanal. El pasado sábado 13 de septiembre se presentó con éxito, en la Librería Book Boulevard de Centro Europa, la tercera edición del mismo.

En secretos familiares, Nicole Cecilia Delgado ha hecho con su verdad un inventario en tríptico de dolencias cotidianas que difícilmente podrían resultar ajenas.

Primero el padre, que abre el libro, quizás por la urgencia o ser una silueta sin paradero pese a la ficción inventada; luego la madre, justo en el centro como espina dorsal; y un poema privado al final, como en una esquina, que tiene que ver con el padrastro, con los intentos del padrastro, con los intentos de su madre, con el intento de acallar, con el intento de autojustificarse. Dice la poeta “y quien me mira:/ se está volviendo loca/ y quien me oye:/ ¿qué estará diciendo?"

Tu padre, el primer aparte, habla de la urgencia de la figura paternal y busca el esclarecimiento de su ausencia. La poeta se llama a sí misma “huérfana de padre/ pero hija de un padre imaginario”. En ese sentido, el no saber, “yo no sé nada de mi padre/ no sé absolutamente nada” obliga al mito, a la inventiva a partir de la tragedia “si no me lo dicen voy pensar sólo lo más malo”, o a partir de la imaginería del héroe épico o de revolución, que aquí parecen ser sinónimos. “Si no me lo dicen voy a creerlo bueno/ voy a tenerle pena/ voy a querer buscarlo/ voy a quererlo/ revolucionario”. Sin embargo en tu padre están expuestas las expectativas, el padre sólo falta, no hay certezas de su muerte, la poeta escribe “no es que mi padre esté muerto/ es que no sé donde está”. Por ello el mito, la necesidad de construir certezas para desde alguna de ellas entablar la primera relación con él. Y no es que no existan certezas sobre el padre, hay una mención de dos fotografías en la que el padre tiene por constitución física un bigote, los ojos rojos, el pelo lacio, y una mención de las postales con veinte pesos cada cumpleaños hasta los diez años en las que con seguridad aparecía su grafía. Pero es que la poeta, al menos en el libro, sigue necesitando su presencia -sinónimo de comunicación en la que padre e hija puedan decirse de forma circular, ella quiere adelantarse, “estos son mis exitos/ aquí van mis errores.

Por otro lado, Tu madre, es una radiografía puntillosa en la que puede reconocerse a la icónica madre soltera de la década de los noventa. Es un aparte desde la voz de la hija, más nostálgico que mítico o de imaginerías, sobre la experiencia de haber vivido y superado la presencia maternal. El lector encontrará aquí, los reproches por los golpes, a la familia como núcleo, por las conversaciones fallidas, en contra de la cotidianidad de ciertas rutinas caseras, reproches contra sí misma, contra su madre, por no ser la que esperaban, reproches al silencio. Sin embargo, más allá de los reproches hay un evidente agradecimiento de vida a esa madre, que es no es la nuestra, pero bien podría serlo: madre sola, mujer con pantalones, jefa de familia que tocaba Für Elise para olvidarse. Ese agradecimiento se hace evidente en el subtexto cuando dice “mi madre eligió darme la vida/ aun cuando no era necesario/ aun cuando las circunstancias/ pedían a gritos un aborto”, muy a pesar de ese poemínimo titulado Decisiones que lee [de hija a madre]/ de haber sido tú yo no sería”. Sabe el lector en este aparte que se está frente a la rabia pero también de frente al homenaje. Dice la hija única de un opps, “en el fondo siempre supe/ que la revolución era mi madre con salario de mamá soltera

En el Poema privado duele más la selección de los recuerdos. “mami siempre dijo cállate la boca/ déjate de llantos/ no le digas a tu abuela”. ¿El error? Vivir interrumpiendo una canción de amor. “Baja la voz”, la voz diciéndole “te lo buscaste”, luego señala “el no abusó de mi pero trató”. Después, y como siempre, las lógicas absurdas del perdón.

Salir de esto, que es el ultimo poema del libro, o de las culpas, o del inventario de secretos, o de las voces, queda aquí grabado entre las páginas como una especie de ars poética o de mantra que sugiere “transformar los feos trapos viejos en mantas de colores”, que sugiere remendar (haber cocido el libro a mano sustenta ese concepto del remiendo), que nos sugiere publicar la espina del dolor o una labor creativa a partir del desahogo que existe en contra de toda voluntad.
Pensar y abordar Secretos familiares de esta forma, me hace creer que tengo entre mis manos unos de los mejores, sinceros y más intensos libros de poesía puertorriqueña que haya tenido en mis manos jamás. En Secretos familiares se rebela y se revela aún más, al menos para mí, una de las jóvenes poetas más grandes e impresionantes del país.

miércoles, septiembre 10, 2008

lunes, septiembre 08, 2008

sábado sobre una servilleta

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si el calendario últimamente anda mutando
por mí que haga con hoy lo que le de la gana

yo sigo inédito en la quietud de los cinéfilos
mirando tu proyecto fílmico en la pared de enfrente
tu recuerdo con un fondo de música experimental
y gongs eléctricos
mientras la luz o su protagonismo rota alrededor de mi última cerveza.

a veces hay cervezas en las que no te pienso tanto
noches afuera
de bullicio
en las que puedo no nombrar tu nombre
poemas sabatinos en los que siempre hablo de alcohol
y no me existes
porque los sábados son las escenas de los viernes
el revolcón casual y rutinario sobre un temblor ajeno
bajo un olor que se repite en decadencia semanal.

anoche no estuve con nadie
no hubo culpa de la borrachera
tampoco había reservado para hoy un sábado sin ti
contigo
otro temblor
esta tarde que vuela hasta tu ausencia

a veces hay cervezas en las que nunca sé si tu ultima presencia
está en presente será o fue
si la poesía es la única posibilidad de acariciarte
si todavía queda tiempo para quitarte el frío
para yo entrar a la escena que en realidad no se proyecta en la pared
que no existe en ningún carrete de película
ni en mis certezas de alcohol
que son las únicas seguras de haberte vivido alguna noche de mi historia.

es
que yo ando de obseso obligándome a creer que te viví
porque la única vez
tú fuiste y no la tarde el primer globo volando en dirección a mí
que no llegó a mi mano.

la tarde hoy es un globo que vuela hacia tu mano abierta
y yo no tengo ganas de correr a detenerla.

crisis (1)

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a quién le tocará hacer el inventario de nostalgias
ahora que la isla demanda un nuevo tomo
ahora que la fuga es una erótica
y el país se va pagando sus maletas
si los historiadores prefieren crisis internacionales
y los economistas del país ensayan planificación con el presente
ensayan periodismo, ensayan atletismo, escriben teoría
toman el noticiero media hora antes de que empiece La comay
para explicarle al pueblo la jaula de hierro
entremezclarlo todo con cierta cita de Walter Benjamin
para explicar que nuestra historia nueva no se descompone en historietas
que la ficción es querer irse
que nuestra nueva historia está descomponiéndose en imágenes
mientras está sentada en una guagua de la AMA
mirando confundida en panorámica.