martes, marzo 18, 2008

si algo de beso
si algo de vida existe en que una mano llegue y te arrebate lo que tanto
entonces que me arranquen.

uno no crece para uno.

yo no he crecido el cuerpo para mí.

jueves, marzo 13, 2008

Festival Internacional de poesía de Puerto Rico

El Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico, actividad cultural dedicada en esta primera edición a la poesía hispánica de la cuenca del Caribe, se llevará a cabo del lunes 24 al viernes 29 de marzo del 2008. La intención de los organizadores es igualar al país, en la promoción y el apoyo de la poesía, al resto de países latinoamericanos, en casi todos los cuales se efectúa, por lo menos, una actividad del mismo tipo cada año, y promover la poesía en nuestro pueblo, para que tenga un instrumento que sirva a mirar la vida desde otro punto de vista, como otra realidad. La poesía ... otra realidad.

Los poetas invitados proceden de México, toda Centroamérica, Colombia, Venezuela y las Antillas Mayores.

Entre los poetas invitados se encuentran:
Adriano Corrales Arias (Costa Rica), Roberto Sosa (Honduras), Ana María Rodas (Guatemala), Pablo Menacho (Panamá), Hanzel Lacayo (Nicaragua), Jorge Galán (El Salvador), Eduardo Casar (México), Andrea Cote Botero (Colombia), Luis Gilberto Caraballo (Venezuela), José Mármol y Mateo Morrison (República Dominicana), José Luis Moreno y Marcelo Morales (Cuba).

Junto a los poetas extranjeros, participarán alrededor de 45 poetas puertorriqueños:
Guillermo Gutiérrez, Loreina Santos Silva, Lillian Pérez Marchand, José María Lima, Ramón Felipe Medina, Antonio Rosario Quiles, Hamid Galib, Antonio Cabán Vale, Félix Córdova Iturregui, Antonio Ramírez Córdova, Magaly Quiñones, Reynaldo Marcos Padua, José Luis Vega, Yvonne Ochart, Vanessa Droz, Lilliana Ramos Collado, José Ché Meléndes, Néstor Barreto, Jan Martínez, Ángel Luis Méndez, Elizam Escobar, Elsa Tió, Beatriz Santiago-Ibarra, Leida Santiago, Ricardo Cobián, Ángel Encarnación, Rafael Acevedo, Raúl Guadalupe, Mayra Santos Febres, Zoé Jiménez Corretjer, Elidio La Torrre Lagares, Carlos Roberto Gómez, Alberto Martínez Márquez, Edgardo Nieves Mieles, Ángel Darío Carrero, Janette Becerra, Raúl Guadalupe, Mairym Cruz Bernal, Ana María Fuster, , Kattia Chico, Irizelma Robles, Amarilis Tavárez, Mayda Colón, Ángel Matos, Xavier Valcárcel, entre otros.

Habrá micrófono abierto luego de cada lectura de los días 25 al 27.

El acto de apertura del Festival se efectuará en el teatro de la Universidad Interamericana (Recinto Metropolitano) el 24 de marzo, a las 7:30 PM. Esta actividad estará dedicada al poeta Juan Antonio Corretjer, por el Centenario de su nacimiento. La clausura se llevará a cabo en el teatro Raúl Juliá, del Museo de Arte de Puerto Rico, el 28 de marzo, a las 7:30 PM. Se dedicará al poeta Francisco Matos Paoli, nuestro poeta más laureado.

En la noche de la clausura, leerán, junto a los poetas invitados extranjeros, los miembros de la Junta Directiva: Vicente Rodríguez Nietszche, Marcos Rodríguez Frese, Wenceslao Serra Deliz, Edgardo López Ferrer, Marcos Reyes Dávila, Miguel Ayala , Vilma Reyes, Antonio Rosa, José Vidal Rivera, Pedro Amador Lloréns, Heida Zambrana, Etnairis Rivera Santos y José Luis Vega,

Las lecturas se dividen en cuatro grupos que se presentarán simultáneamente en diversos lugares de Puerto Rico, tales la Escuela de Artes Plásticas, de San Juan, Casa de España, Casa Aboy, Casa Nilita Vientós Gastón, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Universidad Interamericana (Recinto Metropolitano), Universidad de Puerto Rico (Recintos de Río Piedras, Cayey , Humacao, Aguadilla y Bayamón ), Universidad del Turabo, Universidad Pontificia de Ponce, Universidad Central de Bayamón, Escuelas y Centros Culturales de los Municipios de Carolina, Humacao, Ponce , Vega Alta y Toa Baja. Además de una actividad que se celebrará en el Centro Comunitario de la Península de Cantera llevando a cabo un taller de poesía con niños.


Para acceder a la página oficial del festival pulse:

Para conocer más sobre los poetas que leerán pulse:

miércoles, marzo 12, 2008

a veces es preferible creer en el encierro que en el mundo. depende lo que signifiquen para uno ambos destinos.

lunes, marzo 10, 2008

Jorge Montealegre


Alta Poesía

Todos los vecinos de mi barrio duermen siesta,
pero hay chicos que golpean puertas fastidiando:
piden pan y no dejan
escribir los mejores poemas sobre el hambre.


Niños de fin de siglo

En el famoso año dos mil después de Cristo
seremos niños y viejos del siglo pasado
Salvo los niños de Somalia
que no están en los planes del milenio que viene
porque los niños de Somalia no conocerán la próxima semana

Los niños de Somalia son menos que huérfanos en el desierto
Son hijos del hambre que los acuna
y nadie adoptará un cachorro de hombre
que juega con su propio cadáver

Los niños de Somalia son los niños de Ruanda, de Biafra, de Etiopía
mirándose en el espejismo de una ronda africana
Los niños de Somalia no pueden escapar como los niños de Sarajevo
y los niños son niños así en el hambre como en la guerra

Los niños de Somalia son esqueletos caminando hacia ninguna parte
recién paridos a la muerte

Ya nada tienen que pedir

Nacieron sólo para enviarnos su mirada
vía satélite
Un silencio que dura un close-up eterno
ojitos que sostienen los párpados en una proeza irrepetible
a la hora de comida
cuando cambiamos de canal y de milenio moviendo las pestañas
a control remoto

La hora de vendarnos la mirada
con el último pecado
que divide a la familia principal del Reino Unido

Bienaventurados los niños de Somalia
porque nunca serán
los viejos de mierda del siglo venidero.


____________________

Jorge Montealegre. Santiago, Chile; 1954. Es periodista, diplomado en gerencia pública. Comenzó a escribir en la prisión política a los diecinueve años y es un poeta de la promoción de los ’80.

jueves, marzo 06, 2008

Agentes Catalíticos presenta: Press start to play

Hoy bailé para los orishas. Fue perfecto. El corazón era una fruta a punto de explotar y mis pies solo podían ritmos. Sentí escalofríos y una tibieza parecida a la que viene en los abrazos. Las mujeres eran faldas blancas y collares y turbantes y unas sonrisas que caían de las bocas en una mezcla de sexualidad y exotismo. El Caribe empieza a revelarse poco a poco en estos días Estoy orgulloso de su mística Amo que el mundo halla empezado con un puñado de tierra y una concha de babosa. Amo sudar así. Que se me agüen los ojos de tanta alegría. Hoy todos éramos círculos y aché y tambores y canciones en una lengua que todavía no descifro. Quiero ser parte de El Caribe y no un producto global. Quiero tener las playas en la mano, las orillas, el salitre, las marismas, aprenderme las corrientes del viento y de las aguas, el lenguaje de las palmas, oler más lo que regala el trópico y las islas que se unen en cada atardecer o bajo lluvias. Hoy hubo algo que me halaba. Estuve a punto de ceder. Voy prenderle velas a los santos. Me toca Ochún y Oggún. Quiero portarme bien para el yo próximo.

miércoles, marzo 05, 2008

Cosas fáciles

Por América Cruz.

Odio las cosas fáciles porque se acaban.
Por eso odio a los hombres y casi casi a las mujeres
Aunque yo a veces prefería a las mujeres, por aquello de quererme
Pese a todos los espejos de mi madre que me han salido al paso.

Siempre lo he dicho
No quiero ser hombre pero tampoco quiero ser mujer
Quizás esta que escribe
Pero jamás esta que soy
Gordisima ojerosa
Llena de juegos de muñeca inacabada
Esta que se consuela con tocarle la pasión a sus tres gatos
Nunca pensé estar podrida antes que muerta
Con este pecho a medias que me mira
Estar así de hueca me condena
Estoy rancia y casi huelo a pena.

Estoy sola y creo en la palabra por salvarme.

Estoy viejisima y no puedo llorar.

Es demasiado haber vivido desde el vientre a la merced de un hombre
Vivir toda la vida sin mirarme desde afuera
Golpeada
Pendeja
Malsoplada
Envase de la misma leche fría treinta y cuatro años
Fría
Actriz dramática y calva cancerosa.

Voy escribir para salvarme esto es lo último

No quiero ser mujer
Si serlo es repetir la colección de todas las mujeres de mi vida
Rosin Aidé Tamara
Titi Chavela
Titi Olguita
Abuela Paula
Eleonor
Mamá Elvira
América.
No voy a ser mujer para los hombres
Tampoco voy a ser ya más para las cosas de la casa.
No más para esta vulva añosa
No más para esta sequedad entre los labios
No más para las uñas
Para mi frente
No más para mis nalgas
No más para mi única teta ansiosa de cariño y hambre.

Quizás todo tiene que ver con esta teta
Quizás es todo sobre ella y nada sobre mí
Voy a cortármela aunque nadie quiera
Lavarla un poco
Envolverla en celofán
Armar una cajita para enviarla a la que escribe

Esta que escribe no soy yo sino una mano sola
Igual que hay una teta sola en este instante tratando de llegar

No quiero ser mujer porque odio las cosas fáciles
Odio las cosas fáciles porque se acaban
Ahora estoy apunto de acabarme
Esto me acaba

No es fácil que me salve la palabra
Pero salva.

domingo, marzo 02, 2008

El martes pasado

Después de la universidad, fui a la playita favorita de cuando era chiquito, en el sector Los Frailes, aquí en Loíza. Queda a siete minutos de distancia desde mi casa, pero no había vuelto desde hace más de doce años, cuando en mi casa éramos tres y pescar era un detalle familiar. A la izquierda una peña donde aprendí a pescar con mi mamá a mar abierto con azuelo. El cocal, todas las palmas, el sargazo y la basura que se orillan después de la crecida del Río. Con los pedazos de madera que dejaba el mal oleaje hice una silla alguna vez con mi papá.

Cuando miraba en panorámica miraba adentro de un recuerdo. Pero lograba poco. Todo cambió. Yo sólo quería entrar por allí para después caminar hasta la desembocadura. No sé qué hora era, pero era temprano. El día estaba borroso y yo melancólico, para variar. El sol brillando en lapsos. La ventolera y los parchos de nubes anunciando lluvia. Pero de pronto un par de pescadores a punto del trasmallo.

Me había prometido desde hace casi dos años que no iba a volver a pescar. No más después de haber visto los peces cara a cara aquel sábado de gloria. Y no lo hice. Pero la procesión de la mañana me obligó a hacerme parte.

(
Me jode que el capitalismo ciegue. Los que vivimos acá no nos pensamos casi nunca metidos en una isla tropical en El caribe. A no ser por el calor, por la época de huracanes, por las playas. Tampoco casi nunca pensamos que nos quedan culturas de mar como en las otras islas. Ahora pienso en lo que dijo Emilio, un amigo italiano que vino de intercambio a la universidad. Una vez le pregunté que cómo pensaba El Caribe, no el mar, sino la región, desde Italia. Me dijo que él y casi todos por allá pensaban que El Caribe era aquello que veían en los posters de las agencias de viaje. Mujeres con flores en el pelo, parejas felices abriéndose paso en una lancha de madera entre los mangles, mesas servidas con pescados frescos y langostas como si acá no se comiese otra cosa, gente vestida de colores brillantes y ropajes blancos, todos sudados, comiendo frutas como si en cada casa hubieran árboles frutales; los jugos bajándole entre labios como detalle regional. Y me da risa. No somos ni siquiera la pava del jíbaro, ni las casitas de madera y zinc de la carretera central bajo los flamboyanes. Tampoco una nación de nadadores. Más del cincuenta por ciento de la población isleña no sabe nadar. Con suerte somos vegigantes y Calle San Sebastián y las máscaras de Hatillo y el Festival de la patita de cerdo y del acabe del café y algunas de esas otras cosas una vez al año.
)

Me sentía en otro país. Todo era raro. Los hombres en un trance, viviendo de la pesca, en un ritual diario. Los viejos saliendo entre las palmas para ayudar a halar las sogas. Muchachitos que comenzaron a unirse salidos de sabe dios dónde. En los bolsillos llevaban canecas de ron. Fumaban cigarrillos pero olía a marihuana.

Había que tirar el trasmallo en media luna desde una lanchita sin motor. Después el plomo de las redes tocando el fondo. Luego los peces brincado en acorrale, la adrenalina de todos nosotros tratando de saber qué sacaríamos del mar esa mañana. Era un proceso. Al fin y al cabo no logramos mucho.

Nadie se percató de que el trasmallo estaba roto. Los peces grandes de seguro habían escapado. Además, los que halábamos la soga habíamos brillado por la lentitud. Nada. Le quitamos al mar uno que otro balajú espada, palometas y jareas, una cocolía, peces loros y sardinas. Yo no había hecho mucho esfuerzo pero los pescadores querían regalarme peces por haber estado allí. Y no acepté. No era mi ritual. Yo sólo estaba allí para tirarle fotos. Como intentando algún documental para National Geographic. Muy ridículo yo. Pero asombrado. Llegaron a preguntarme que de dónde venía. Le contesté, con mi supuesta cara de turista, que era de allí. Vecino suyo.

No sé. El hecho es que no dejo de pensar que estuve en El Caribe estando a siete minutos de mi casa. Que no quería pescar por no ver a los peces. Y sin embargo ví. Los vi morirse. Y sentí la vigencia de un poema viejo.

Foto histórica. [[aquel sábado de gloria]]

Domingo 16 de abril de 2006
los ultimos peces que le entrego a mi familia.
(en la foto: mi mamá)

Ese poema viejo

No vuelvo a pescar
Domingo 19 de abril de 2006


Hasta hoy no había sentido
la sonrisa de mi yo y la de mi familia
entre las branquias y la aleta.
Quizás porque hasta hoy no me sabía pez.

Me supe pez porque me vi con un arpón traspasándome la carne.
Porque me supe desmembrado.
Porque olí por vez primera, las generaciones de mariscos de mi sangre
y las tragué, junto con sal, hasta morir.

Hoy me supe pez al ver la risa heroica
de los hombres que comparten mi apellido.
Cuando me vi en un fondo de corales
encerrado entre peces, vivos, idénticos a mí
que me mordían
y me comían
mientras que en una orilla las mujeres que se enlazan con mi madre
afilaban los cuchillos y hervían el aceite en un sartén.

Hasta hoy pescar era un performance familiar
una rutina deliciosa
un detalle intimo, medio clichoso, parecido a una puesta de teatro.
Era un minuto de silencio
frente al arte ajeno
de los hombres de mi sangre
que aprendieron a expurgar el mar de sus antepasados
y a sacar los peces
con la facilidad de los que agarran dunas de arena con las manos.
Lo sé por que heredé ese don
por que pescar es el detalle único (de familia) que poseo.

Pero hasta hoy no supe que la pesca es un engaño desde arriba.
Hasta hoy no me atreví a estar bajo las aguas
y pescar los mismos peces
que las especies de mi sangre (incluyendome)
han digerido y defecado.

Hoy tuve el valor de sumergirme hondo y enfrentarme
cara a cara con un pez.
Hasta hoy no vi de cerca la sagrada gesta de los míos.
Pescar es una muerte
es un destripe
es provocar una hemorragia
es arrastrar a un cuerpo, vivo, por el fondo
es obligarlo a un beso rojo (de despedida)
y a una estela submarina de dolor.

Fue entonces cuando supe que era pez.
Cuando me vi atrapado y perforado con la bala del arpón que disparé.
Cuando el dolor del pez/pescado/objeto se me hizo mío
y me atreví, con todo y eso, a soltar una sonrisa
orgullosa
de captura.
Cuando supe que además de celebrarme
mi familia entera me devoraría
y luego me devolvería, lejos de mi mar, a otras aguas
convertido en espinazo y ojos fritos
o en mierda, con adobo y sal.