domingo, marzo 02, 2008

Ese poema viejo

No vuelvo a pescar
Domingo 19 de abril de 2006


Hasta hoy no había sentido
la sonrisa de mi yo y la de mi familia
entre las branquias y la aleta.
Quizás porque hasta hoy no me sabía pez.

Me supe pez porque me vi con un arpón traspasándome la carne.
Porque me supe desmembrado.
Porque olí por vez primera, las generaciones de mariscos de mi sangre
y las tragué, junto con sal, hasta morir.

Hoy me supe pez al ver la risa heroica
de los hombres que comparten mi apellido.
Cuando me vi en un fondo de corales
encerrado entre peces, vivos, idénticos a mí
que me mordían
y me comían
mientras que en una orilla las mujeres que se enlazan con mi madre
afilaban los cuchillos y hervían el aceite en un sartén.

Hasta hoy pescar era un performance familiar
una rutina deliciosa
un detalle intimo, medio clichoso, parecido a una puesta de teatro.
Era un minuto de silencio
frente al arte ajeno
de los hombres de mi sangre
que aprendieron a expurgar el mar de sus antepasados
y a sacar los peces
con la facilidad de los que agarran dunas de arena con las manos.
Lo sé por que heredé ese don
por que pescar es el detalle único (de familia) que poseo.

Pero hasta hoy no supe que la pesca es un engaño desde arriba.
Hasta hoy no me atreví a estar bajo las aguas
y pescar los mismos peces
que las especies de mi sangre (incluyendome)
han digerido y defecado.

Hoy tuve el valor de sumergirme hondo y enfrentarme
cara a cara con un pez.
Hasta hoy no vi de cerca la sagrada gesta de los míos.
Pescar es una muerte
es un destripe
es provocar una hemorragia
es arrastrar a un cuerpo, vivo, por el fondo
es obligarlo a un beso rojo (de despedida)
y a una estela submarina de dolor.

Fue entonces cuando supe que era pez.
Cuando me vi atrapado y perforado con la bala del arpón que disparé.
Cuando el dolor del pez/pescado/objeto se me hizo mío
y me atreví, con todo y eso, a soltar una sonrisa
orgullosa
de captura.
Cuando supe que además de celebrarme
mi familia entera me devoraría
y luego me devolvería, lejos de mi mar, a otras aguas
convertido en espinazo y ojos fritos
o en mierda, con adobo y sal.

4 comentarios:

nicolececilia dijo...

me encanta esete poema submarino.
me dan ganas de volver a los corales.

Yiara Sofía dijo...

Tu escrito me trae recuerdos de mis luchas familiares, rompiendo con los esquemas establecidos y decidiendo en qué mar iba yo a nadar! Sigo leyendo!

ille dijo...

me hace pensar q los peces respirarán como nosotros algún día.

nicolececilia dijo...

gracias. por este poema me enamoré de ti !